En medio de una crítica mordaz y sistemática por parte de la dirigencia del PRI, Ricardo Torres Martínez arrancó su campaña para la alcaldía regia a finales de octubre de 1979, representando los colores del PAN con el eslogan “Que gane el mejor”; veámoslo a continuación.
El 30 de octubre arrancó su campaña en la colonia Obrera, en el Club Social Renacimiento, donde realizó la declaración de sus ingresos personales provenientes de su cargo de director de Educación estatal y de docente de la Universidad Regiomontana, los cuales, sumados, ascendieron a $622,054 pesos durante el año fiscal de 1978. Sobre esta cantidad hizo una deducción de $30,000 pesos, con lo cual el ingreso gravable quedó en $592,054 pesos. Este acto sería recordado como uno de los pocos en los que un candidato informó a la comunidad sobre sus percepciones económicas.
Al día siguiente, al cuestionársele sobre las críticas recibidas por haber abandonado el tricolor para ser postulado por los auriazules, respondió tajantemente: “En realidad no voy a responder al insulto, esto lo esperaba, era natural. Respondimos a las exigencias de nuestra ciudad, en realidad, en nuestra sociedad hay carencias que deben ser resueltas por nosotros, los ciudadanos, y éstas están por encima de cualquier partido o sigla”. Sobre su oponente priista, dijo: “Sé que es un profesional honesto, brillante, nada más, no sé más de él. Si hubiéramos jugado a la pelota como con otros muchachos, entonces podríamos dar otra opinión”. Con el mote de “El Llena plazas” por haber sido torero y entusiasta organizador de corridas, en sus primeras declaraciones prometió no ensuciar la ciudad con su propaganda política, para demostrar con hechos que pretendía una campaña limpia en todos los sentidos.
El 3 de noviembre, con el lema “Con Ricardo sí se puede”, difundió en los medios propaganda política en la que destacaba un incremento al presupuesto municipal hasta por $6,000 millones de pesos, cantidad que representaba un aumento del 500% con respecto al presupuesto que se ejercería en 1980, el cual ascendería a $1,500 millones de pesos. Este incremento se lograría mediante recaudaciones justas y una administración bien organizada, además de incrementar las participaciones estatales y federales. Para sustentar su propuesta, indicó que el PAN había logrado triplicar el presupuesto de algunos municipios del Estado. Se pronunció por la realización de un debate público entre los candidatos, para que los ciudadanos pudieran comparar los programas de gobierno. Informó que su campaña la había iniciado con reuniones familiares en las colonias Obrera, Las Brisas, República y San Ángel. Agregó que unos días después celebraría varios mítines en las colonias Sierra Ventana, Burócratas, Mitras Norte, San Ángel, Condesa, Cedros, Valle Verde, La Esperanza y La Estanzuela. Lamentablemente, los medios no cubrieron ni dieron nota de estos actos de campaña.
El 9 de noviembre impartió una conferencia en el Tecnológico de Monterrey sobre su experiencia en la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX). Pidió a los estudiantes que fueran conscientes de su responsabilidad, advirtiendo que podrían existir “hasta países no sólo del tercer mundo, sino que pueden existir hasta de un cuarto y un quinto mundo”. Sobre la COPARMEX, dijo que ésta representaba una asociación de servicio, asesoría, información y formación para las empresas. Subrayó que la ayuda de dicho organismo no sólo era para las grandes empresas, sino para la pequeña y mediana industria. Destacó que en México había un déficit de técnicos; solamente había uno por cada 15 profesionistas. Calificó a la Constitución mexicana como un documento de letras muertas, que no tenía ninguna utilidad, “porque los principios y normas que allí se estipulan, no se aplicaban debidamente”.
Un día después publicó un desplegado titulado “Mujer Regiomontana”, invitando a todas las mujeres a unirse a la causa panista y comunicarse vía telefónica con el Comité Femenil de dicho partido. Señaló “Hoy, como nunca, tienes la oportunidad de lograr el Monterrey limpio, justo y libre que quieres para tus hijos”. El día 12, un diario local publicó su ideario, donde destacan sus conceptos sobre la familia, el poder, el municipio y la democracia. Consideraba que la familia era la fuente de sabiduría y desenlace lógico de toda existencia inteligente: “En ella, padres e hijos, recibimos las mejores pruebas de comprensión, de afecto, de cariño y de ternura. Pienso que la mujer es el más sublime de los ideales, un ser que inspira, un alma que canta, ríe y se ilumina intensamente cuando sufre y llora; su lugar está donde acaban las cosas terrenas y se inicia el cielo”. En cuanto al poder, lo definía como un medio “pero nunca un fin; se hace más válido y necesario cada día que quien mucho tiene tenga menos, para que algo tenga quien por ahora nada posee”. Respecto al Municipio, la definió como la primera y elemental forma de la organización político-social para brindar a sus gobernados las mejores formas y recursos para la convivencia social. Finalmente, dijo concebir a la democracia sin extremos radicales ni fascismos: “Un sistema de vida al que aspiramos los mexicanos, donde los afectos, los sentimientos y las amistades… se coloquen por encima de colores y siglas de corrientes y partidos… pues la Revolución Mexicana nos pertenece a todos los mexicanos”.
Refrendó su compromiso de elaborar un programa de gobierno amplio y honesto “donde siempre prevalecerán los intereses de la comunidad, por sobre los de sectores o partidos”.