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Opinión

Cómo transmutar las creencias negativas en afirmaciones de crecimiento

La buena vida: Hablemos de todo

El idioma negativo, lo manejamos muy bien. Ya sabemos qué decirnos para no cambiar.

Pero, afortunadamente, somos emocionalmente bilingües y hablamos también el idioma afirmativo, aunque casi no lo hagamos.

Nuestra mejor arma es traducir a afirmativo lo que nos decimos en negativo.

Es muy interesante que notemos cómo cuando nos decimos pensamientos autodestructivos nos suena elocuente, lógico, natural… en cambio, si decimos cosas afirmativas, nos suena falso, medio tonto.

Las afirmaciones nos ayudan a permitirnos hacer las cosas que queremos. Afirmar es darnos permiso, es decretar, tener una creencia positiva. Tenemos que entrenarnos a incrementar lo que nos decimos a nivel positivo sobre lo que nos decimos negativamente. Parece monumental, pero todo reside en una simple decisión.

Parte de la tortura durante tu infancia fue hacerte creer que no podías decidir, es decir, te quitaron la voluntad y te inhabilitaron… auténticamente eras vulnerable por tu edad, porque dependías de su alimento y su techo, tenías que sobrevivir, y para sobrevivir, tuviste que hacer a un lado tu verdad, conceder tu libertad para no morir. El niño jamás dudó de ser brillante, pero tuvo que olvidar que lo era.

En la edad adulta te sientes más identificado hablando en voz alta mal de ti, porque eso se traduce en lealtad familiar. La única decisión posible durante tu infancia, fue la de pertenecer y, por lo tanto, sobrevivir.

Por ejemplo… “Mi papá ya va a volver a tomar y se va a poner violento… tu sabiduría infantil te dice: ‘No me conviene darme cuenta de esto, mejor hago como que no me doy cuenta’”. Con esta línea de pensamientos fuiste sobreviviendo.

Podemos indagar entonces: ¿De dónde vienen mis pensamientos negativos? ¿Es la voz de mi papá, de mi mamá, de mi maestro?

Propositivamente, puedes decir en público, con tus amistades, colegas y familiares, lo valioso que eres y por qué. Por ejemplo, puedes empezar la frase con “La verdad, me siento muy orgullosa de mí porque…”.

Otra frase puede ser “Esta es la primera vez que logro hacer tal cosa o me siento feliz porque he mejorado en…”. El objetivo no es qué te digan o respondan, sino escucharte a ti misma decirlo. Al hacerlo, alimentas y le das fuerza a tu niño creativo interior.

La afirmación es poderosa porque se trata de un decreto o creencia positiva.

Cuando encontramos el origen de la voz que nos boicotea, sabemos exactamente qué afirmaciones utilizar para derribar directamente el origen de esa voz autodestructiva. Es decir, lo que diga la voz, lo utilizaremos en su contra, apegándonos al contenido de realidad.

Por ejemplo: “Nadie me quiere”: “Todos me quieren”. “Me escapo de mi vida”: “Cada vez me encuentro más en mi vida”.  Lo que dice la voz negativa lo transformamos en afirmación.

En la medida en que resolvemos nuestros miedos y fantasmas, nos vamos conectando con nuestro poder creativo. La madurez, entonces, consiste en crear pensamientos más adecuados y funcionales que nos permiten tener una vida plena que nos lleva a un camino de luz y crecimiento personal.

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