El próximo 18 de enero, es decir, en poco más de una semana, concluirán las precampañas –de a mentiritas– de los dos principales polos electorales a enfrentarse en las urnas el próximo mes de junio… y, si al comportamiento de las gráficas de las encuestas nos atenemos, no ha pasado absolutamente nada en las últimas semanas… ni en los últimos meses.
Vale hacer una acotación relevante en este sentido: vivimos un momento de falta –por no decir ausencia total– de certidumbre respecto de los resultados de las encuestas difundidas. Nunca como ahora abundan los ejercicios para medir el ánimo del electorado y, nunca como ahora, lo recomendable es desconfiar de sus “conclusiones”.
Dos ejercicios, sin embargo, permiten darse una idea menos distorsionada de cómo se encuentra el ánimo ciudadano rumbo a la histórica jornada comicial de este año: los disponibles en los portales Oraculus y PollsMX.
En ambos casos se realiza, con distinta metodología, un ejercicio conocido como “encuesta de encuestas” mediante el cual se obtiene una suerte de “valor más probable” respecto de las preferencias electorales en cada momento de medición, y eso, al menos en teoría, elimina el sesgo implicado en leer solamente una encuesta.
No se trata, es importante decirlo con toda claridad, ni de un ejercicio en el cual uno deba creer a ciegas ni, mucho menos, de un modelo de pronóstico sobre el futuro resultado de las elecciones. Se trata, en el mejor de los casos, de “la fotografía más nítida posible” de las preferencias electorales en el momento en el cual se levantaron las encuestas.
Hechas las aclaraciones, ¿dónde estamos en este momento?
Esencialmente en el mismo punto donde estábamos, ya no digamos al inicio de las fantasmagóricas “precampañas”, sino donde estábamos hace un año, o incluso más: en un escenario en el cual la candidata del oficialismo, Claudia Sheinbaum, camina sin despeinarse al frente de la competencia, sin nadie a la vista en muchos puntos porcentuales a la redonda.
Muy atrás –demasiado atrás– se ubica Xóchitl Gálvez, quien no parece capaz de terminar de armar un equipo con el cual sacar de la monotonía una carrera donde la disputa por el liderato ha sido algo inexistente desde el primer minuto.
De acuerdo con el último resultado publicado por Oraculus antes de redactar esta colaboración, la distancia entre ambas aspirantes ronda los 26 puntos porcentuales; según PollsMX, la diferencia es de 27. Para todo efecto práctico, ambos ejercicios coinciden.
Para quien avanza a la cabeza parece difícil ya crecer más. Muy probablemente Sheinbaum ha llegado al techo de sus posibilidades y por ello se dedica simplemente a la administración de su ventaja. No tiene mucho caso gastar energías en tratar de avanzar otro punto porcentual. Y, además, en ese esfuerzo se corre el riesgo de perder adeptos en lugar de ganarlos.
Quien sí puede crecer es Xóchitl. Ella aún tiene la posibilidad de meterse a la pelea. Sobre todo cuando hoy, tras ver al gober fosfo-fosfo aventar la toalla cuando ni siquiera habían tocado la campana para el primer round, está claro cómo esta contienda será una carrera de dos.
Pero ciertamente Xóchitl no va a quitarle ningún voto al morenismo, ni a convencer a los indecisos, ni a movilizar a los abstencionistas ni, en última instancia, mover el marcador en las encuestas, si no modifica su estrategia actual.
La hidalguense tiene la obligación de agitar el ambiente, de sacudir los tapetes y levantar polvo. Necesita apropiarse de la agenda y marcar su ritmo. Debe animar a los electores a interesarse en el proceso sucesorio.
Sólo si hace eso podrá comenzar a recortar la ventaja –muy amplia– de la cual goza su rival. Pero, sobre todo, es la única forma de impulsar, desde la campaña presidencial, las candidaturas locales para capturar el mayor porcentaje posible de votos en la elección legislativa.
Le queda cada vez menos tiempo para lograrlo.
@sibaja3