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Opinión

Aranceles: ¡que no cunda el pánico!

Luz sobre luz

Bastó una llamada telefónica entre Claudia Sheinbaum y Donald Trump para que la amenaza de los aranceles del 25% a los productos mexicanos se “pospusiera” un mes.

Y a como van las cosas, podríamos apostar que se seguirán “posponiendo” y que, como lo anticipamos alguna vez, hay más bluff que realidad en las amenazas del presidente estadounidense, puesto que aplicar esos aranceles le hace tanto daño a EUA, como el que le puede hacer a sus socios comerciales: México y Canadá.

Eso no quita que buena parte de los mexicanos sigan bastante aterrados con la retórica de Trump, porque al final de cuentas, al menos durante un día y medio, se oficializó la imposición de aranceles del 25% a México y a Canadá.

Eso nos lleva a una pregunta obligada ¿se vería México gravemente afectado por estos aranceles (y en general por las acciones de Trump)? Mi respuesta es NO. No demasiado.

Sí hay, por supuesto, afectaciones, pero como han alertado decenas o cientos de instituciones y expertos, también las hay para el propio Estados Unidos. Y habría que ver para quién son peores.

En realidad, estos aranceles, vistos bajo un cuidadoso escrutinio, podrían ser considerados “un balazo en el pie” para el propio gobierno estadounidense.

Comienzo el análisis.

Lo primero que hay que saber ya lo hemos dicho aquí, lo que busca Trump con estos anuncios y estas acciones es un fin político, tiene que ver con cumplirle promesas a sus electores, para mantener a esa base fiel a su causa.

Trump entiende (y hasta toma ejemplos de gobiernos como el mexicano), que mantener el respaldo social es el pilar principal para sostener una administración y prolongarla en el tiempo.

Por otro lado, Trump usa esa retórica bravucona y hostil para llegar fortalecido a sus mesas de negociaciones. Y si Trump no manda señales concretas de que cumple lo que ofrece, su credibilidad caería muy pronto.

Sin embargo, sabe bien (no puede estar tan perdido si supo llegar tan lejos), que afectar seriamente a sus dos más cercanos socios comerciales, que son Canadá y México, es afectar a la región Norteamérica, y eso es afectar a Estados Unidos también. 

Y lo sabe bien, pero está dispuesto a jugar en la raya. Tan en la raya, que ya se la jugó en aplicar dichos aranceles y tumbó las bolsas de su propio país. El Wall Street Journal ha llamado esta imposición de tarifas como “la guerra comercial más tonta de la historia” de Estados Unidos.

Y las reacciones no se han hecho esperar, pues dos congresistas americanos mandaron la noche de domingo una carta al presidente Trump, a su secretario de Estado Marco Rubio, al secretario de Comercio Jeremy Pelter y al representante comercial de EUA, Juan Millán, donde afirman que los anunciados aranceles “devastarán a los americanos que de por sí luchan contra los aumentos de precios, aniquilará empleos y dañará las relaciones diplomáticas con nuestros socios más cercanos”.

Remarcan que estos lazos son claves para proteger las cadenas de suministro regionales que sirven para competir mejor contra China, señalan que los aranceles incrementarán los costos de la comida, los automóviles, la gasolina, el gas, algunos minerales y hasta las computadoras.

Todo lo que contenga partes hechas en México, que hoy en día son muchísimas cosas, subirá de precio.

México hoy exporta a EUA insumos críticos, entre otros: autopartes, carrocerías, petróleo, gas, equipo de transporte, cemento y yeso, vegetales y hasta ganado bovino.

En el caso de Canadá, ese país le exporta a los estadunidenses una increíble cantidad de madera, metales, también petróleo y gas, panadería y alimentos procesados. Con los aranceles, los estadounidenses pagarán más por todo esto.

La gobernadora de Arizona, por su parte, declaró que los aranceles son “un impuesto a las familias y las empresas de EUA, que amenazan con encarecer los alimentos y la gasolina, al tiempo que perjudican a industrias críticas de Arizona”. 

A su vez, la Asociación de Negocios de Texas sostuvo que los aranceles amenazan el éxito del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). “En lugar de perturbar el comercio, deberíamos redoblar los beneficios del T-MEC: modernizar la infraestructura, asegurar las cadenas de suministro y mantener a Texas como la potencia comercial de América del Norte”, señalaron.

El propio Consejo Coordinador Empresarial (CCE) de México, dijo que con los aranceles “se pone en riesgo la competitividad de (toda) América del Norte, pues la medida afectará significativamente las cadenas de suministro que se han venido construyendo los últimos 30 años y que han hecho la región más competitiva del mundo”.

El as bajo la manga mexicano, porque aunque México también sale perjudicado si estos aranceles se dejan por largo tiempo, por la posible caída de las ventas de productos mexicanos al extranjero, la posible inflación y la desaceleración económica que esto pueda generar, el sector exportador puede verse compensado por el deslizamiento del valor del peso frente al dólar.

Una devaluación de la moneda mexicana, si bien afecta al consumidor general que compra productos estadounidenses, ayuda a renglones como el de exportación (porque la venta de los mismos dólares se convierte en más pesos) o el de las remesas, que también traducidas a pesos valen más.

Si el peso mexicano se devalúa, digamos, un 10%, y eso se suma al 10% que ya se ha devaluado en aproximadamente un año, ese 20% de aumento en el precio del dólar puede ser una compensación interesante para los exportadores que, aunque pudieran perder algo de volumen de venta, lo recuperarán al convertir los dólares de su venta en pesos, que ahora serán más.

Lo que México tendría que hacer, en ese escenario, es dejar de comprar productos estadounidenses y tratar de comprar más el producto nacional. Eso es lo que Trump busca que hagan en EUA (vamos a ver si pueden, porque utilizan una enormidad de insumos mexicanos que les sirven para ser más competitivos). Es más probable que México pueda sobrevivir con menos insumos de EUA, que viceversa.

En conclusión, si los aranceles regresaran “en serio”, serían los estadunidenses los más afectados a largo plazo. Para México, incluso, no tiene que ser un gran suplicio, más allá de una recesión leve y una devaluación relativamente controlada de nuestra moneda. México puede comprar más de China y de otras latitudes; así que veríamos a quién le termina pegando más este escenario.

Por eso un servidor concluye: Trump está asustando con el “petate del muerto”. No tiene la intención real de aplicar estos aranceles. Lo que sí, su manejo de la diplomacia sí puede generarle un costo al desgastar la relación con sus dos más importantes “aliados” comerciales. Y la población de los tres países va a seguirse enfrentando. En especial con él.

Mientras que Sheinbaum y Trudeau pueden aprovechar para salir fortalecidos al colgarse medallas como el haber “pospuesto” los aranceles un mes. Mucho circo, mucha retórica, pero en realidad pocos cambios serios.

Así lo avisora un servidor.

 

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