Triunfal despedida de Enrique Ponce de la afición regia
El torero español tuvo dos faenas llenas de arte en la Monumental Monterrey, con las cuales selló el adiós ante el público regio
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Noviembre
2024
Ante una gran entrada de tres cuartos casi lleno de aforo de la Monumental Monterrey ‘Lorenzo Garza’, el diestro de valenciano Enrique Ponce ofició en su papel de “sumo pontífice del toreo” su última cátedra ante el público regiomontano luego de bordar dos emotivas faenas llenas de arte y profundidad a los de El Junco que le correspondieron en suerte, logrando cortarles tres orejas y salir a hombros del respetable en compañía del joven torero lagunero Arturo Gilio quien cortó dos, una por faena, mientras que el regiomontano Sergio Garza perdió lo edificado en el ruedo al eternizarse con el acero para escuchar dos avisos en cada uno de sus toros.
Con el abreplaza, Enrique Ponce, lanceó con gran belleza y despaciosidad por verónicas al de “El Junco”, que con la muleta acabó entregándose al mando del arte emanado por Ponce en derechazos lentos, erguidos, ligados y preciosos que causaron la emoción del respetable que, entregado como el diestro lo hizo en el ruedo, no regateó en exigir las dos orejas que fueron concedidas por el juez de plaza, Don Antonio Quiroga Escamilla.
Con su segundo, un toro más complicado que su primero, el diestro mostró oficio para arrancarle pases que el bicho no tenía. A base de tesonera labor, el diestro se mostró voluntarioso logrando arrancarle trazos de gran mérito que fueron coreados por el respetable. Mata de certera y bien colocada estocada para que se le concediera una oreja con la que dios triunfal vuelta al ruedo, mientras que la banda de música de Cadereyta entonaba “las Golondrinas”.
Por su parte el regiomontano Sergio Garza, sin emocionar de más, se mostró predominantemente un tanto parco, frío y sin transmisión a ratos en un vaivén de emociones que poco a poco fueron escalando positivamente de nivel conforme fue avanzando su faena de muleta con el primero de su lote, en el que perdió la oreja por pinchar y escuchar dos avisos.
Con su segundo el diestro, quizás presionado por el triunfo de sus alternantes, lo recibió de hinojos en los medios con un par de faroles de rodillas para luego torear de pie por chicuelinas y rematarlas con una revolera un poco apurada. Con la muleta, aunque el regiomontano se empeñó en realizarle faena, el diestro no logró por acomodarse ni con la muleta y mucho menos con la espada, señalando una serie de pinchazos en buen sitio, antes de fulminar a su enemigo con el descabello luego de escuchar otros dos avisos.
Por su parte el lagunero Arturo Gilio dejó ver su actitud desde que abrió la capa con su primero al que por las dificultades ofrecidas, hubo de lidiar. Con la muleta, el espada mostró calidad en su trazo, cabeza e inteligencia en su interpretación al entender la lidia que requería el de El Junco al que toreo a placer con mucha clase. Mata de estocada para ser premiado con una oreja con fuerte petición de la segunda.
Con el cierra plaza, Gilio ratificó su oficio y a base de insistir y consentir al lograr la embestida del cornúpeta, logró ejecutar por la derecha con profundidad, muletazos que calaron en el animo del respetable que premió al torero luego de una certera estocada de efectos inmediatos, con una merecida oreja.
Al final Ponce y Gilio fueron paseados a hombros de los asistentes.
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