
Dolor y desesperación persisten en Reynosa tras inundaciones
Familias afectadas relatan la pérdida de sus hogares, sus pertenencias y sus años de esfuerzo, enfrentando ahora la falta de alimentos
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Marzo
2025
Las labores de limpieza continúan en Reynosa, pero el dolor de los damnificados sigue latente. En más de 70 colonias, miles de familias lo han perdido todo en cuestión de horas, viendo cómo el esfuerzo de años fue arrasado por el agua.
En la colonia Emiliano Zapata, los habitantes reviven con angustia el día en que la inundación destruyó su patrimonio. Entre el lodo y los escombros, los damnificados intentan rescatar lo poco que quedó en pie, pero la realidad es devastadora.
"No puedo con tanta tristeza".
Para muchas familias, la desesperación se mezcla con la impotencia de haberlo perdido todo. Una de las damnificadas relató el impacto del desastre:
"Tengo años de vivir en esta colonia y nunca nos había pasado esto; esto es increíble, no puedo con tanta tristeza, no puedo. Saqué todo mi mandado, me quedé sin nada, no hay dónde cocinar, no hay nada, señor. Estábamos comiendo aquí en la cocina y de repente empezó a subir el agua. "Lo único que agarramos fueron los niños y los subimos allá arriba, y llegó la vecina gritando", expresó entre lágrimas.
Para algunos, la pérdida es aún más difícil de asimilar. Diego, quien había tardado años en pagar su automóvil, lo perdió en cuestión de minutos.
"Como cinco o seis años para acabarlo de pagar y en una hora; no tuve tiempo de sacarlo, fue todo tan rápido que no hubo tiempo de nada. "Tuve que romper la pared para que corriera el agua, pero era imposible sacarlo", lamentó.
"El agua lo destruyó todo".
Al interior de los hogares, la destrucción es evidente. Muebles cubiertos de lodo, paredes marcadas por el nivel del agua y pertenencias inservibles esparcidas por el suelo.
"Estamos limpiando; los refrigeradores se cayeron, todos los muebles, los sartenes, todo se llenó de agua. "Todo explotó, estas son las marcas del agua, todo lo de la mesa se tapó, esto lo acabamos de levantar", explicó una vecina afectada.
La noche de la inundación, Noé corrió a ayudar a su familia y vecinos cuando escuchó los gritos de auxilio.
"Seguía subiendo el agua y escuchamos gritos de mis primas y los vecinos, que pedían ayuda por los niños pequeños de tres o cuatro años. Empezamos a sacarlos y me subí a la escalera para ver. Vi que todos estaban cargando niños y los subían a la casa. "Venía un montón de agua muy fuerte desde aquel lado y pusimos una puerta, pero el canal se desbordó", recordó.
El hambre y la incertidumbre crecen.
Las familias enfrentan ahora una nueva preocupación: la falta de alimentos y la incertidumbre sobre cómo podrán sobrevivir los próximos días.
"Por mis niños, por mis nietos, perdí todo. Mire, no hay nada, el agua se llevó todo, la ropa, zapatos, todo se fue", contó una afectada mientras señalaba su hogar devastado.
Otra vecina hizo un llamado a la solidaridad.
"La comida, el refri, los aires, los abanicos, todo se echó a perder. Los niños se acuestan en sábanas que nos han venido a dar y comemos y cenamos de lo que vienen y nos dan".
La limpieza no termina.
Desde el primer momento, los damnificados han dedicado horas a remover el lodo y la basura que dejó la inundación. Sin embargo, la magnitud del desastre hace que la tarea parezca interminable.
Para quienes enfrentan enfermedades o están postrados en cama, el panorama es aún más complicado.
"Fue mucho sacrificio, mucho sudor de la frente para tener todo lo que teníamos. "Me quedé sin nada, sin trastes porque todos están sucios y se van a tirar", lamentó doña Rosa, quien no puede levantarse de su cama.
Pedro, otro de los afectados, intenta rescatar documentos importantes.
"Creo que me va a llevar dos o tres días más porque tenemos que sacar más cosas. Está saliendo mucha basura y hay que lavar algunas cosas. "Mis papeles importantes los tuve que tender arriba con pinzas para que se secaran: acta de nacimiento, título del carro y cosas así", explicó.
Mientras tanto, Rosa María, quien trabaja en la limpieza de su hogar, señaló la magnitud de los daños.
"Ya tenemos varios días limpiando; se nos volteó el refri, el baño brotó, perdimos todo: los sillones, la sala".
En medio del desastre, la comunidad se mantiene en pie, aferrándose a la esperanza de recibir apoyo para salir adelante.
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