Así como el Gran Premio de la Fórmula 1 dejó a la Ciudad de México $18,000 millones de pesos, la Copa FIFA 2026, que parcialmente se celebrará en nuestro estado, nos dejará a los nuevoleoneses más de $1,000 millones de pesos.
Ayer, un alto militante de Morena en Nuevo León se burló de mí porque los organizadores del Gran Premio de la F1 me regalaron un boleto dorado para estar en un opulento palco muy cerquita del Paddock en el Autódromo Hermanos Rodríguez. “Esos eventos de fifís deberían cancelarlos. Solo sirven para que se placeen los aspiracionistas como tú” me dijo el envidioso.
Al margen de que sí soy un aspiracionista, a mucha honra, y de que este analfabeta funcional ignore que la propia Clara Brugada, jefa de Gobierno de CDMX, fue la principal interesada en ampliar el contrato con la FIA hasta el 2030, porque acudieron al GP de la F1-CDMX más de 400,000 fanáticos del automovilismo y la alta velocidad, con la correspondiente derrama económica (el GP de CDMX es el más sustentable del calendario de la F1), lo cierto es que no sólo los patrocinadores oficiales se beneficiaron de tanto dinero concentrado en un solo autódromo. El beneficio es democrático y el business abarca todos los estratos sociales sin excepción.
Lamentablemente, no pude quedarme el día clave, que fue el domingo pasado, donde se coronó campeón el español Carlos Sainz de la escudería Ferrari, porque coincidía con el informe de gobierno de Samuel García. Pero sí pude constatar personalmente el sábado pasado que, en los costados del Autódromo, miles de vendedores ambulantes y vecinos con sus fondas de tacos, tortas y cheves hicieron su agosto y se ganaron, en ese fin de semana de ventas al por mayor, el equivalente a más de dos años de ingreso familiar. En Iztacalco, por ejemplo, cada casa era un tianguis y cada esquina, un mercado de gorras, playeras, pósters, pulseras y pines con el nombre y la cara de Checo Pérez, Max Verstappen, Lewis Hamilton y Lando Norris (mi favorito).
Hice cuentas de las 9 ediciones que van del GP de la F1 en México y, si sumamos el impacto económico y turístico, hemos llegado en estos años a la estratosférica suma de $120,000 millones de pesos (apuestas aparte). Eso sin contar con otro tipo de milagros menos mercantiles, como el de mi amiga Arlette Hamue, quien logró coincidir y platicar en una fanzone nada menos que con el legendario Emerson Fittipaldi (me advierte lo fácil que hubiese cambiado ese encuentro casual por un simple saludo de Brad Pitt, pero allá ella y sus manías).
¿Ahora entiendes la importancia de que los nuevoleoneses contribuyamos a que el Mundial de Futbol FIFA 2026 se realice (aunque sea en parte) aquí en Nuevo León? ¿Ahora entiendes por qué no es superfluo invertir en infraestructura para la ruta FIFA 2026 que tanto insiste el gobernador Samuel García? ¿Ahora entiendes por qué podemos conseguir un derrame económico de $ 122 millones de dólares para la entidad en turismo, hospedaje, alimentación y entretenimiento, sin contar con las ganancias del comercio informal?
Lograremos esta suma en algo así como 40 días y con una asistencia esperada de al menos 400 mil turistas, tanto en los partidos como en el Fan Fest. La renta de propiedades en plataformas de internet ascenderá a 15 mil. Quizá alcanzaremos los 20 mil turistas diarios durante la clasificatoria de equipos y, dado que seremos sede de un partido de eliminatorias, podremos subir ese día el número de turistas a 120 mil. Las cifras que te doy no son nada despreciables y menos el circulante de dinero que se generará en esa temporada. Así que no le pongamos “peros” a la creación de infraestructura y conectividad, como se la están poniendo algunos panistas, priistas y hasta un par de morenistas despistados, entre ellos el analfabeta funcional que me acusó de aspiracionista.
Montémonos en la ola y vamos trazando nuestro propio modelo de negocio, porque este tipo de eventos deportivos sirven para ampliar la innovación y creatividad de los nuevoleoneses. Y para eso, los norteños somos muy buenos, aunque en la cancha sólo sirvamos para echar porras.