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Opinión

La FED y el BCE le declaran la guerra al Bitcoin

Inteligencia Financiera Global

Si los bancos centrales más importantes del mundo se oponen a algo, debe ser algo bueno para el público. Esto ha sido históricamente cierto con el oro y ahora también parece aplicarse al Bitcoin. Le cuento. 
Tanto la Reserva Federal (FED) de Estados Unidos como el Banco Central Europeo (BCE) han intensificado sus críticas hacia la criptomoneda más reconocida del mundo, al punto de sugerir altos impuestos o incluso su prohibición. Este ataque frontal evidencia, para muchos defensores de Bitcoin, que este activo es una amenaza para el sistema financiero tradicional y, sobre todo, para la capacidad de los gobiernos de sostener sus déficits fiscales indefinidamente.

¿Amenaza o protección?

En un reciente informe del Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, los economistas Amol Amol y Erzo G.J. Luttmer analizaron cómo el Bitcoin afecta las políticas fiscales gubernamentales. Los autores sostienen que, en un sistema donde los mercados no son perfectos y los consumidores son adversos al riesgo, la capacidad del gobierno para mantener déficits primarios permanentes, apoyados en deuda nominal, se ve amenazada si existe una “pieza de papel sin valor” (Bitcoin) que puede ser intercambiada.

Para decirlo claro y sin eufemismos, el documento del banco central admite lo obvio: que el sistema actual de dinero fiat requiere, para sostenerse, la permanencia de déficits fiscales, expansión infinita de deuda y emisión monetaria. Esto, a pesar de que implique para la gente la pérdida de valor de su dinero a través de la inflación.

La investigación sugiere que la presencia de Bitcoin crea un "equilibrio alternativo" en el cual el gobierno no puede implementar una estrategia continua de déficits sin ser forzado a equilibrar su presupuesto. Esta “trampa de presupuesto equilibrado” es una situación en la que el gobierno se ve limitado a gastar solo lo que genera a través de los ingresos fiscales, sin la posibilidad de endeudarse indefinidamente. 

Así, el informe concluye que una prohibición o un impuesto significativo sobre el Bitcoin podría restaurar el control del gobierno sobre sus políticas de déficit. La existencia de Bitcoin, según los autores, limita el margen de maniobra fiscal de los gobiernos y su capacidad para emitir deuda sin restricción.

En nuestra opinión, la conclusión aludida es una clara falacia, pues el propio Bitcoin está inspirado en el oro —activo cuyo valor no depende del gobierno, sino que es otorgado por la demanda permanentemente insatisfecha del público por él— y la existencia de ese metal no impide la ejecución permanente de déficits fiscales al no respaldar más al dinero corriente. De hecho, por eso los gobiernos decidieron abandonar el patrón oro, para poder gastar y “respaldar” el dinero oficial sólo con un papel de deuda pública.

En el caso del dólar, el 15 de agosto de 1971 —por decreto del presidente Nixon— marcó el fin de su vínculo de convertibilidad en oro. El billete verde dejó de ser “tan bueno como el oro”. 

El BCE también ataca al Bitcoin

En paralelo, el Banco Central Europeo ha lanzado su propia advertencia. Un análisis reciente de los economistas Ulrich Bindseil y Jürgen Schaaf destaca que el auge de Bitcoin podría conducir a una “división social” significativa, al permitir que los primeros inversores generen enormes ganancias a costa de los que ingresan tardíamente o no participan en este mercado, como en un esquema Ponzi. 

Los autores argumentan que, aunque Satoshi Nakamoto concibió el Bitcoin como un sistema de pago alternativo, en la práctica se ha convertido en un activo de inversión especulativa que concentra riqueza en pocas manos. El informe sugiere que un aumento sostenido en el precio de Bitcoin no se traduce en un incremento de la productividad económica, sino en un efecto redistributivo que perjudica el consumo de los no tenedores y de aquellos que adquieren Bitcoin a precios altos.

Esta redistribución de la riqueza, plantean los economistas del BCE, crea una “injusticia económica” donde el consumo de los que no poseen Bitcoin se ve comprometido. Argumentan que en una sociedad democrática, donde los políticos deben responder a sus votantes, el apoyo a Bitcoin podría influir en los resultados de las elecciones, lo cual llevaría a una fragmentación política. En este contexto, recomiendan, como la Fed, una prohibición o fuertes impuestos sobre Bitcoin, buscando evitar una posible desestabilización social.

La advertencia para los inversionistas

Para los defensores y promotores de Bitcoin, que la FED y el BCE busquen limitar o prohibir el Bitcoin es una señal de validación: si el activo fuera irrelevante, no generaría tal oposición. Sin embargo, esta validación también trae consigo riesgos significativos que no se deben subestimar. Los inversionistas y especuladores de Bitcoin deben estar conscientes de dos grandes amenazas: el riesgo de prohibición y el riesgo fiscal. 

La prohibición implicaría restricciones legales sobre el comercio de Bitcoin, mientras que un incremento en los impuestos sobre las ganancias de capital podría disminuir considerablemente las utilidades esperadas de este activo.

De hecho, en Italia, la presidenta Giorgia Meloni, con su plan para disparar los impuestos sobre las ganancias en Bitcoin del 26% al 42%, puede dar una idea de lo que podría convertirse en una política común en otros países. Si esta tendencia de regulación y fiscalización se expande, los beneficios esperados por los inversionistas podrían reducirse drásticamente, lo cual representa un riesgo tangible para los especuladores.

A pesar de esa amenaza, el mensaje para los inversionistas es claro: el sistema actual basado en dinero fíat, cuyo “respaldo” es la deuda pública infinita, seguirá siendo defendido por los bancos centrales a capa y espada. La buena noticia es que seguirá habiendo antídotos contra esa corrupción monetaria, y el principal de ellos seguirá siendo el oro —del que los propios bancos centrales del planeta acumulan reservas—, más que el propio Bitcoin. No obstante, la criptomoneda más importante del planeta seguirá siendo un complemento importante para el público inversor, a pesar de que gobiernos y bancos centrales le coloquen una espada sobre la cabeza.

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