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Opinión

Tribunal Electoral federal, ¿de la greña?

Palacio - La Hormiga

En esta época en la que ya se han dado los primeros pasos para el establecimiento de una dictadura en México, en la que se encuentra en riesgo el bienestar de todos los mexicanos y en la que se acercan las elecciones presidenciales en las que el oficialismo se prepara, con cuantiosos recursos y la constante intervención presidencial, para influir en el resultado electoral, nada es más importante que la honradez e integridad de la autoridad que detenta la última e irrevocable decisión de decidir quién es el ganador, entre los contendientes. Obviamente, me refiero al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Tribunal Electoral).

Se trata de un tribunal integrado por una Sala Superior y salas regionales. La Sala Superior se compone por siete magistrados electorales, personas obligadas a ser ejemplo de conducta intachable, vastos conocimientos y experiencia en materia electoral y por ello un ejemplo a seguir. El Tribunal Electoral es la máxima autoridad jurisdiccional en materia electoral (Art. 99 de la Constitución y 164 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación –LOPJF–). Lo último que deseamos es ver y sentir que ese cuerpo colegiado, como si fuera un enorme árbol cuya sombra nos protege, empiece a cimbrarse y sus ramas a tronar. Lo queremos fuerte, erguido, con raíces aferradas a suelo firme y de una sola pieza, para sentir la confianza necesaria de sabernos protegidos.

La LOPJF le otorga al Tribunal Electoral la mayor confianza, al señalar que su administración, vigilancia y disciplina no está a cargo del Consejo de la Judicatura Federal, beneficio que sólo concede, además, a la Suprema Corte de Justicia. Es decir, que le otorga al Tribunal Electoral plena autonomía. En pocas palabras, confianza plena (Art. 73 de la LOPFJ).

En días pasados, la prensa reportó penosas diferencias entre los magistrados del Tribunal Electoral, que están obligados, en materia electoral, a ser tribunal mayor de última instancia y ejemplo máximo de serenidad y aplomo institucional. Las referidas diferencias son altamente preocupantes.

Estamos frente a un sainete iniciado cuando tres magistrados decidieron no asistir a un evento solemne del Tribunal Electoral, en el cual su presidente rindió su informe anual ante la Suprema Corte de Justicia. Los tres se exhibieron desayunando en un restaurante. Además, se dieron el “lujo” de no informar con exactitud la razón de su protesta. Ha habido rumores de tratarse de ciertos actos y presiones que no se desean ventilar públicamente. Una imagen comparable sería la de un niño de 10 años llamado “Pueblo”, que, sin capacidad de intervenir, observa consternado a sus padres agarrarse del chongo y decirse majaderías. 

En las próximas elecciones de 2024, en las que seguramente habrá controversias y peticiones de anulación, ¿quién tendrá la última palabra? ¿A quién le encomienda la ley ser el juez de última instancia, contra el cual no existe recurso ni apelación alguna?  La respuesta es: al Tribunal Electoral.

Como se mencionó y fundamentó, el Tribunal Electoral es la máxima autoridad jurisdiccional en materia electoral. Conforme al Artículo 99 de la Constitución, antes citado, al “Tribunal Electoral le corresponde resolver en forma definitiva e inatacable…. Sobre: I. Las impugnaciones en las elecciones federales de diputados y senadores; y II. Las impugnaciones que se presenten sobre la elección de presidente de los Estados Unidos Mexicanos que serán resueltas en única instancia por la Sala Superior”.

El Tribunal Electoral vive momentos de tensión, con controversias internas, varias veces negadas por algunos magistrados de la Sala Superior, pero verdaderas, al grado de que el presidente de la Sala Superior, magistrado Reyes Rodríguez Mondragón, ha presentado su renuncia a la presidencia, con efectos a partir del 31 de diciembre de 2023. Ha mencionado que “los consensos al interior ya no son posibles”, pero que continuará su labor como magistrado electoral. Todo indica que será suplido en la presidencia, por la magistrada electoral Mónica Soto. Esto nos llevaría a que tres mujeres ocupen los cargos más importantes, relacionados con las próximas elecciones: (1) Presidencia de la Suprema Corte de Justicia, (2) Consejera Presidente de INE y (3) Presidencia del Tribunal Electoral. ¡Bienvenidas a estas responsabilidades fundamentales para el país!

Difiero de la postura alarmista de Jesús Silva-Herzog Márquez en el sentido de que el Tribunal Electoral se ha convertido en “una caja de alacranes”. Puede llegar a suceder, pero estimo que no ha sucedido. En lo que sí estoy de acuerdo es en su siguiente afirmación: “En Palacio Nacional, alguien sonríe”.

A partir de mañana, 15 de diciembre y hasta el 11 de enero del año próximo, esta Hormiga va a descansar. Mi caso es el de muchos mexicanos clasemedieros. Me tomaré este tiempo para recibir a mis hijos exitosos en sus profesiones en el extranjero, para beneficio de los países donde residen. Mi esposa y yo los preparamos a conciencia, pagamos por su educación y los vimos partir. Una vez al año llegan en compañía de nuestros nietos, retomamos contacto, nos sorprende su estatura y adelantos intelectuales. Los volvemos a gozar.

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