La quiche es una excelente opción para una comida completa, se rellena básicamente de lo que se les ocurra.
Hace ya más de cuatro años que empezamos a compartir este espacio y me sorprende darme cuenta de que nunca hemos hablado de las quiches.
Antes de empezar, aclaraciones. Ante la duda, recurrí a la Real Academia de la Lengua Española para ver siquiera si el vocablo está contemplado en nuestro idioma, y encontré que sí, hasta hay dos acepciones.
Resulta que “quiche”, así sin acento sí se refiere al “pay” salado de origen francés y que la RAE reconoce que puede ser utilizado en masculino o femenino. Para no confundirnos con su otro significado, que es una planta, personalmente me gusta pronunciar “quich” sin la e. Si le ponemos el acento, se convierte en el nombre de grupo étnico de origen maya.
Con todo mi bagaje francófilo, me sorprende que nunca haya tocado este tema. Más allá de mi cariño, la quiche es una preparación bastante sencilla y versátil.
¿Qué es una quiche? Como les decía más arriba, básicamente es un pay salado.
Se toma una masa quebrada y se rellena de, básicamente, lo que se les ocurra y posteriormente se le agrega una especie de mezcla de flan salado. Se hornea, se deja enfriar y ¡listo! La más famosa variación de la quiche es la que viene de la región de Lorena, al norte de Francia.
Esta región, por su cercanía con las regiones germánicas, comparte algunas palabras con estas lenguas. De ahí el origen del término quiche, que se asemeja más a la palabra alemana de pastel kuchen. Se tienen registros de quiches que datan desde el siglo diecisiete y originalmente se componía de la pura masa y el preparado de crema y huevo.
Más tarde se incorporó el “lardón” que es una especie de tocino sin ahumar. La receta también fue adoptada y adaptada por las regiones vecinas, que cambiaron los ingredientes según sus gustos. Aunque estas, tradicionalmente, ya cambian de nombre. Por ejemplo, la quiche con queso es llamada vosgienne, y aquella con cebolla es alsacienne.
La quiche trascendió las regiones del norte de Francia y se ha expandido por todo el mundo. No es de sorprendernos, porque la simplicidad de la receta nos permite adaptarla a los ingredientes y gustos propios.
Se cambian las verduras, quesos, proteínas, y así encontramos versiones mediterráneas, de espinacas, con salmón ahumado, etc. Una versión que me gustó mucho, me la sugirió el chef José Ramón Castillo en una visita a nuestra ciudad. Me pidió una quiche de atropellado y así se la preparamos, agregando también algo de queso menonita.
Además de ser fácil de preparar, es sumamente práctica, ya que por contener huevo, es recomendable dejar que enfríe antes de consumirla. Esto baja un poco el sabor predominante del huevo y permite que se aprecien todos los ingredientes. Así que una quiche al tiempo, una ensalada, y tenemos una comida completa.