Al analizar los resultados del monopolio estatal petrolero en México durante los gobiernos de Morena, con base en los datos dados a conocer por el mismo PEMEX, llegamos a la conclusión de que este tuvo las pérdidas más altas en todo el tiempo en que ha sido manejado por los gobernantes.
En 2024, reportó una pérdida arriba de $620,000 millones de pesos, una de las más altas de su historia.
En cuanto a su deuda, es de las más cuantiosas durante su existencia como empresa propiedad del gobierno: 1.9 billones de pesos. En dólares, esa cantidad equivale a $97,000 millones de dólares.
Cuando en una empresa sus pasivos (deudas) son mayores que sus activos (bienes de su propiedad) está técnicamente quebrada.
En 2025, funcionarios de PEMEX calculan que los subsidios del gobierno a esa paraestatal, provenientes de los impuestos, alcanzarán los $136,000 millones de pesos.
Según datos dados a conocer por la investigadora Karina Suárez, PEMEX “cerró el 2024 con una de las mayores caídas en cuatro décadas y cayó en impagos por $20,500 millones de dólares”.
En 2024, el 57% de la gasolina consumida en México se importó. El monopolio estatal petrolero, lejos de garantizar la independencia petrolera de México, aumentó su dependencia del extranjero.
Es un mito que la propiedad del gobierno sobre el petróleo garantice la soberanía nacional; más bien, la reduce. El monopolio estatal petrolero importa gasolina de EUA, China, Singapur, Colombia y Japón para hacer frente al consumo de gasolina en México. Sin esas importaciones, habría escasez de gasolina en la República Mexicana.
En 2024, pagó un 30% menos de impuestos que en años anteriores.
En 2018, el 57% de los ingresos de PEMEX los absorbió el gobierno; en 2024, solo el 14%, lo que representó menos dinero que los subsidios que le dio al mismo para pagar sus deudas.
Cuando se habla de pérdidas de PEMEX, al igual que en otras empresas estatales, no se quiere decir que ese dinero se perdió o que no se sabe dónde está, sino que se fue a manos de contratistas amigos o parientes de altos funcionarios, quienes les vendieron a PEMEX sus productos a sobreprecios o en cantidades innecesarias.
Al analizar objetivamente los ingresos y gastos de PEMEX, de dónde salieron y a dónde se fueron, comprobamos que ese monopolio estatal es una de las principales fuentes de corrupción y pérdidas, que enriquece a familiares, socios o amigos de funcionarios gubernamentales de los más altos niveles.
El monopolio petrolero estatal en México es un ejemplo de corrupción, derroche, robo y endeudamiento descarado.
La solución, aunque se rasguen las vestiduras los hipócritas y corruptos que se enriquecen con las pérdidas, es privatizar PEMEX, es decir, que sean empresas privadas, ya sean mexicanas o extranjeras, las que manejen el petróleo en México. Solo así dejarán los gobernantes de utilizar para cubrir las pérdidas de PEMEX los impuestos que indirectamente pagan principalmente los pobres, la mayoría de los cuales no tienen carro propio, y la clase media, que consume una gasolina de mala calidad, con un menor octanaje y un mayor precio, a la que consumen los ciudadanos en los Estados Unidos.