Egon Von Greyerz, reconocido analista del mercado de metales preciosos y fundador de Matterhorn Asset Management, publicó hace unos días un artículo que vale la pena comentar.
Von Greyerz afirma que el oro físico sigue siendo un refugio crítico y está destinado a una gran revalorización en los próximos años debido a una combinación de factores geopolíticos, macroeconómicos y estructurales que mantienen sólido el argumento para un aumento exponencial de sus precios. Y estamos de acuerdo.
El analista destaca que la creciente acumulación de reservas de oro por parte de los bancos centrales de países emergentes, en especial aquellos del bloque BRICS, está ejerciendo una presión alcista sobre el precio del metal. Según Von Greyerz, esta demanda proviene de un intento de diversificar activos y alejarse de la dependencia del dólar estadounidense como moneda de reserva global.
Es cierto.
Sin embargo, la demanda de los bancos centrales es sólo una parte de la verdadera demanda global de oro, ya que, al ser una materia prima que sólo se acumula y acumula pero NO se consume (como las materias primas energéticas o las agrícolas, por ejemplo), todo el oro extraído a lo largo de la historia se encuentra físicamente almacenado en alguna parte. Esto significa que sus tenedores ejercemos demanda permanente de él, y siempre en volúmenes crecientes.
La demanda por oro es insaciable porque el oro es dinero, y el apetito por dinero no conoce límite. Esa es la verdadera razón del valor del rey de los metales: su demanda queda siempre insatisfecha.
Lo anterior, a pesar de que año con año se extrae más oro de la Tierra, pues el nuevo suministro global de oro es limitado, con una producción minera anual de apenas 3,000 toneladas.
Von Greyerz destaca de forma acertada que este desajuste estructural entre oferta y demanda implica que el mercado solo podrá equilibrarse mediante precios mucho más altos.
“El oro no puede satisfacer esta demanda creciente sin un aumento drástico en su valoración. Por ello, los precios del oro se multiplicarán en los próximos años”, advierte.
Y tiene razón. De hecho, es por ello que el oro se valoriza más y más cada año, bastante por encima de la tasa anual de inflación, provocada esta por una incesante expansión global de deuda, consumo y crédito, con su consecuente expansión monetaria (“impresión” de dinero).
Von Greyerz argumenta asimismo que el oro sigue subvaluado cuando se compara con otros activos financieros. Por ejemplo, todo el oro en manos de los bancos centrales, unas 37,000 toneladas con un valor actual aproximado de $3.1 billones (millones de millones) de dólares, equivale a la capitalización de mercado de una sola empresa tecnológica como Microsoft. Este dato, que considera “absurdo”, refleja la desconexión entre el valor percibido del oro y su papel histórico como respaldo del sistema financiero.
Además, enfatiza que el oro, con un rendimiento de 990% en dólares en este siglo (mucho más alto todavía en pesos mexicanos), ha superado de manera consistente al mercado de bonos y al mercado accionario, incluyendo al S&P 500, que ha subido un 572% en el mismo período.
Sin embargo, sólo el 0.5% de los activos financieros globales están invertidos en oro, lo que deja un margen gigantesco de apreciación con el que sólo una pequeña parte de inversionistas institucionales y minoristas incrementen sus posiciones en el metal.
Uno de los puntos centrales en el análisis de Von Greyerz es la depreciación acelerada de las monedas fiduciarias frente al oro, pues desde 1971, cuando el presidente Richard Nixon cerró la ventana de conversión de dólares en el metal, el dólar ha perdido más del 99% de su valor en términos reales. Este proceso de devaluación, impulsado por expansiones crediticias y monetarias, ha erosionado la confianza en las monedas tradicionales.
El analista proyecta —como nosotros— que esta tendencia continuará, sobre todo en un entorno de crecientes déficits fiscales, expansión de la deuda pública y políticas monetarias laxas.
Von Greyerz también señala que la creciente inestabilidad geopolítica, incluyendo los conflictos en Ucrania y el Medio Oriente, está catalizando una huida hacia activos refugio. No hay duda de que así es.
Expectativas para el precio del oro en 2025 y más allá
Aunque Von Greyerz evita ofrecer predicciones exactas, considera que el precio de la onza de oro está entrando en una fase exponencial de crecimiento que podría redefinir su papel en el sistema financiero global. La combinación de una demanda creciente, una oferta limitada, la depreciación de las monedas fiduciarias y los riesgos geopolíticos posicionan al oro como una de las inversiones más prometedoras de cara a 2025 y en la actual década.
“Los inversores deben actuar ahora, antes de que la revalorización del oro sea evidente para el mercado en general”, afirma el analista.
El peso, una divisa condenada
Pero las expectativas de Von Greyerz, ciertas para el precio del oro en dólares, son aún más dramáticas en otras divisas como el peso mexicano.
Los fundamentos de la economía mexicana continúan deteriorándose —como ya hasta las expectativas de las siempre tardías calificadoras de riesgo han hecho notar— y los próximos años se caracterizarán por un entorno de crecimiento estancado con inflación elevada.
Esto tiene serias implicaciones para el peso y para el PIB per cápita, que se reflejarán primero con alzas en el tipo de cambio frente al dólar, pero sobre todo, en la medida de valor real: el precio del oro.
Por ejemplo, de 2000 a 2024, el precio del centenario —la moneda áurea más popular en México— pasó de un precio de $3,500 a más de $70,000 pesos hoy día, a pesar de contar con un entorno de inflación relativamente “baja y estable”, mismo que ha llegado a su fin.
Es por ello que 2025 marcará sólo el inicio de un gran ciclo alcista para el precio del oro en pesos, en beneficio de aquellos inversores que lo sepan aprovechar.