El estratega jefe de Bank of America (BoA), Michael Hartnett —uno de los más acertados de Wall Street— ha desglosado su visión para 2025 en un análisis que plantea escenarios tanto alentadores como preocupantes para los mercados financieros globales.
Hartnett prevé un panorama polarizado entre el auge económico de Estados Unidos y un posible colapso global, marcado por movimientos extremos en activos financieros, ajustes de políticas monetarias y dinámicas inflacionarias sorpresivas.
Noviembre pasado se caracterizó por ganancias excepcionales en activos especulativos, como Bitcoin (+42%) y empresas de pequeña capitalización —“small caps”— estadounidenses (+10%), impulsados por las políticas expansivas tras la reelección de Donald Trump. Sin embargo, sectores como las energías renovables (-10%) y China (-6%) continuaron su declive.
Hartnett atribuye este fenómeno a lo que denomina “grandes políticas, grandes movimientos y grandes colas”, que caracterizan la economía global actual.
De cara a 2025, el estratega de BoA anticipa una aceleración de estas dinámicas, con un trasfondo de divergencia económica entre Estados Unidos y el resto del mundo. En este sentido, el año próximo podría estar marcado por más de 124 recortes de tasas de interés en el mundo, la flexibilización monetaria de la Reserva Federal —con una inflación del 3%— y un pánico político tanto en Europa como en China.
En el centro del análisis de Hartnett se encuentra la narrativa del “excepcionalismo estadounidense”. Según este, 2024 marcó el mayor rendimiento relativo de Estados Unidos frente a Europa desde 1976, respaldado por un crecimiento del PIB del 2.3% en comparación con apenas 1% en Europa. Esta tendencia continuaría en 2025, reforzada por políticas pro-cíclicas (es decir, de recorte de tipos de interés para incentivar mayor gasto, más deuda, crédito e “impresión” monetaria) en la Unión Americana, que alimentan el crecimiento interno, mientras las economías europeas y asiáticas enfrentan rezagos manufactureros y riesgos de deflación.
En este contexto, Hartnett recomienda estrategias para aprovechar la fortaleza inicial de Estados Unidos, como posicionarse en pequeñas empresas estadounidenses y activos denominados en dólares. Sin embargo, advierte sobre el riesgo de una corrección a medida que los mercados internacionales reaccionen también con estímulos fiscales y monetarios agresivos.
Una de las principales apuestas alcistas para 2025 es el fortalecimiento del oro y otras “commodities” (materias primas), impulsadas por una inflación que desafiará las expectativas en buena parte del planeta. Hartnett señala que el “boom inflacionario” de Estados Unidos, combinado con la inercia de gasto fiscal y aislamiento económico (en caso de materializarse los aranceles a las importaciones), podría superar el control político, llevando los precios del oro a nuevos máximos históricos.
En este espacio, por cierto, hemos pronosticado que la onza de oro rebasará los 3,000 dólares en 2025.
Siguiendo con Hartnett, otra de sus previsiones es el “pánico político” que podría surgir en Europa y Asia en el segundo trimestre de 2025. Ante el estancamiento económico y las presiones inflacionarias en esas zonas, Hartnett anticipa que los gobiernos de estas regiones implementarán también medidas más agresivas para estimular sus economías, al estilo de lo que hace Estados Unidos.
Esto incluye recortes de tasas de interés por parte del Banco Central Europeo y el Banco de Japón, así como un aumento del gasto fiscal en Europa, posiblemente catalizado por elecciones clave en Alemania y avances en las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania.
En Asia, China podría liderar una nueva ronda de flexibilización fiscal (gasto público extraordinario), con incentivos para sectores estratégicos como la tecnología y las infraestructuras. Sin embargo, el débil desempeño de los mercados emergentes, junto con depreciaciones significativas en sus monedas (como el peso mexicano), podría desencadenar eventos crediticios que amplifiquen la volatilidad 2025 pinta para ser un buen año (si se está del lado correcto).
Hartnett es uno de los más acertados analistas, y por eso, en este espacio, le damos marca personal. Si bien nadie tiene una “bola de cristal” para saber con certeza lo que ocurrirá, lo cierto es que el análisis de los fundamentos nos puede llevar a conclusiones con las mayores probabilidades de acierto.
Por ejemplo, el regreso de Trump a la Casa Blanca anticipa un empuje inicial fuerte para la economía estadounidense y, probablemente, para los índices bursátiles y otros activos de riesgo como las criptomonedas. No obstante, la política expansiva de la Fed y de prácticamente todos los bancos centrales del mundo —Banxico incluido— apuntalará firmemente al oro y a las materias primas en general.
Sin embargo, en lo local, la economía, el peso y los mercados mexicanos sí podrían verse mermados en 2025, sobre todo si Trump cumple su promesa de imponer aranceles, lo que sin duda lanzaría a México hacia una recesión, degradación crediticia y depreciación del tipo de cambio. Es decir, que mientras que el panorama es positivo para activos denominados en dólares, el país se encuentra “en la tablita”, pendiendo del delgado hilo de la incertidumbre, atado a decisiones externas que no están siendo compensadas en lo interno con la adecuada responsabilidad fiscal.
Esto conducirá a que, en lo macro, México quizá tendrá un año difícil, pero que, en lo micro, los inversores podrán compensar adquiriendo los activos que los protejan y beneficien a pesar de las circunstancias.