Opinión

Siguiendo al Papa. Del 5 al 12 de diciembre del 2024

Sección Editorial

  • Por: Anam Cara
  • 13 Diciembre 2024, 00:53

El Papa Francisco: El cristiano no puede contentarse con tener esperanza; también debe irradiar esperanza, ser un sembrador dee speranza.

Del 5 al 12 de diciembre del 2024 

AUDIENCIA GENERAL. Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! Dedicamos esta última reflexión al: «El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo conduce al Pueblo de Dios hacia Jesús, nuestra Esperanza». Este título se refiere a uno de los últimos versículos de la Biblia, en el libro del Apocalipsis, que dice: «El Espíritu y la Esposa dicen: “¡Ven!”» (Ap 22,17).¿A quién se dirige esta invocación? 

Se dirige a Cristo resucitado. De hecho, tanto San Pablo (cf. 1Cor 16:22) como la Didaché, un escrito de la época apostólica, atestiguan que en las reuniones litúrgicas de los primeros cristianos resonaba en arameo el grito «¡Marànatha!», que significa precisamente «¡Ven Señor!». Una oración a Cristo para que venga.

En aquella fase más antigua, la invocación tenía un trasfondo que hoy diríamosescatológico.

Expresaba, en efecto, la ardiente espera del regreso glorioso del Señor. Y este grito y la expectación que expresa nunca se han desvanecido en la Iglesia. Incluso hoy, en la Misa, inmediatamente después de la consagración, proclama la muerte y resurrección de Cristo «¡Ven, Señor Jesús!».

La Iglesia está en espera de la venida del Señor, pero esta espera de lav enida última de Cristo no es la única. A ella se ha unido también la espera de su venida continua en la situación presente y peregrinante de la Iglesia. Y es en esta venida en la que la Iglesia piensa principalmente cuando, animada por el Espíritu Santo, clama a Jesús: «¡Ven!».

Se ha producido un cambio -o mejor dicho un desarrollo lleno de significado conrespecto al grito «¡Ven!»,«¡Ven, Señor!». Éste no se dirige habitualmente sólo aCristo, ¡sino también al mismo Espíritu Santo! Aquel que clama es ahora tambiénAquel a quien se clama.

«¡Ven!» es la invocación con la que comienzan casi todos los himnos y oraciones de la Iglesia dirigidos al Espíritu Santo: “Ven, oh Espíritu Creador”, decimos en el Veni Creator, y “Ven, Espíritu Santo”, “Veni SancteSpiritus”, en la secuencia dePentecostés; y así en muchas otras oraciones. Y es justo que así sea, porque, después de la Resurrección, el Espíritu Santo es el verdadero «alter ego» deCristo, aquel que ocupa sul ugar, que lo hace presente y operante en la Iglesia. Es Él quien «anunciará lo que ha de venir» (cf. Jn 16,13) y lo hace desear y esperar. Por eso Cristo y el Espíritu son inseparables, también en la economía de la salvación. 

El Espíritu Santo es la fuente siempre caudalosa de la esperanza cristiana. SanPablo nos dejó estas preciosas palabras: «Que el Dios de la esperanza los colme, creyentes, de todo gozo y paz, para que abundenen esperanza por la fuerza del Espíritu Santo»(Rom 15,13). Si la Iglesia es una barca, el Espíritu Santo es la vela que la impulsa y la hace avanzar en el mar de la historia, ¡hoy como ayer!Esperanza no es una palabra vacía, ni nuestro vago deseo de que las cosas vayan bien:la esperanza es una certeza, porque se fundamenta en la fidelidad de Dios a sus promesas. Y por eso se llama virtud teologal: porque está infundida por Dios y tiene a Dios como garante. No es una virtud pasiva, que se limita a aguardar que las cosas sucedan. Es una virtud sumamente activa que ayuda a que sucedan.

El cristiano no puede contentarse con tener esperanza; también debe irradiar esperanza, ser un sembrador de esperanza. Éste es el don más hermoso que la Iglesia puede hacer a la humanidad entera. 

El apóstol Pedro exhortó a los primeros cristianos con estas palabras: «Adoren alSeñor, Cristo, en sus corazones, estando siempre dispuestos a dar respuesta atodo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes.». 

Pero añadió una recomendación: «Sin embargo, háganlo con dulzura y respeto.» (1Pe 3,15-16).

Y esto porque no es tanto la fuerza de los argumentos lo queconvencerá a las personas, sino el amor que sepamos poner en ellos. Esta es laprimera y más eficaz forma de evangelización. ¡Y está abierta a todos!

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