Recuerdo aquella mañana de finales de los 80 en la colonia La Estancia Minera de San Nicolás de los Garza, Nuevo León.
Un padre de familia se había quitado la vida, siendo que semanas antes había ganado uno de los premios grandes de la Lotería Nacional. Desde entonces entendí que el dinero no da felicidad.
En el futbol existen equipos ricos, el Monterrey es uno de ellos, pero todo el dinero que tiene e invierte no lo acerca ni siquiera un poco a la felicidad deportiva, y es que siempre pasa algo que nubla el ambiente por los rumbos de El Barrial.
Esta temporada parecía sería buena, sobre todo después de haber acariciado el título el certamen anterior; faltaba un central, llega un consagrado como Carlos Salcedo… y en su primer entrenamiento se lesiona.
Entonces el club hace gran esfuerzo y contrata a un histórico del balompié mundial como lo es Sergio Ramos; sin embargo, algo sucede, el equipo no marcha, no carbura, pierde partidos ante rivales débiles en el torneo casero y en la ‘Conca’ -en la que se ha jactado de ser rey- es echado de forma ridícula.
Viene el cierre del Clausura 2025 y las notas siguen siendo negativas, su máximo referente y mejor jugador, Sergio Canales, tuvo una discrepancia futbolística con su entrenador Martín Demichelis, la cual fue llevada a límites injustificados por parte del español, quien terminó por recibir puntadas en una cortada en su pierna, después de patear un vidrio tras el berrinche con el estratega.
Vestidor roto, no cabe duda; reacciones infantiles, jugadores que salen de El Barrial y dan declaraciones cuando no deberían de hacerlo, lo mismo hizo Demichelis, parece que no existe control sobre ellos por parte del departamento de prensa.
Cuidado excesivo de que elementos de prensa no graben videos dentro del estadio, buscando proteger a quienes, si bien es cierto tienen derechos, también lo es que se la pasan criticando al club albiazul y se burlan de ellos cada que tienen la oportunidad.
Voz en el estadio que rompe con las reglas no escritas de respeto al rival, y de dejar que el aficionado apoye de forma natural; cuerpo de seguridad con elementos que más que respeto buscan infundir miedo.
¡Ah, perdón!, se trataba de temas futbolísticos, pues bien, un equipo sin sistema, un equipo que depende de individualidades que no andan, con jugadores que juegan por izquierda y los ponen por derecha, que juegan por derecha y los ponen por izquierda, un equipo con dos porteros que transmiten todo tipo de sentimientos negativos, menos seguridad, un equipo con tres delanteros centros que han olvidado qué es meter gol, un equipo que, por Dios, es muy rico, pero… ¡pobres ricos!
¡Aunque arda!