Siguiendo al Papa. Del 17 al 23 de enero
Sección Editorial
- Por: Anam Cara
- 24 Enero 2025, 01:01
El Papa Francisco: Aprendamos de María, Madre del Salvador y Madre nuestra, a dejarnos abrir los oídos a la Palabra divina y a acogerla y custodiarla, para que transforme nuestros corazones en tabernáculos de su presencia, en hogares acogedores donde puedacrecer la esperanza.
Del 17 al 23 de enero del 2025 (VIS).
AUDIENCIA GENERAL. Catequesis del ciclo jubilar sobre Jesucristo nuestraesperanza. Al comienzo de su Evangelio, Lucas muestra los efectos de la potenciatransformadora de la Palabra de Dios que llega no sólo a los atrios del Templo, sino también a la pobre casa de una joven, María, que, comprometida con José,todavía vive con su propia familia.
Después de Jerusalén, el mensajero de los grandes anuncios divinos, Gabriel, que en su nombre celebra el poder de Dios, es enviado a una aldea que la Bibliahebrea nunca menciona: Nazaret.
En aquella época era una pequeña aldea de Galilea, en la periferia de Israel, una zona de frontera con los paganos y sus contaminaciones. Precisamente allí, el ángel lleva un mensaje de forma y contenido totalmente inauditos, tanto que elcorazón de María se estremece, se turba.
En lugar del clásico saludo “la paz sea contigo”, Gabriel se dirige a la Virgen con la invitación “¡alégrate!”, “¡regocíjate!”, un llamamiento muy querido en la historia sagrada, porque los profetas lo utilizan cuando anuncian la venida del Mesías(cfr. Sof 3,14; Gl 2,21-23; Zc 9,9).
Es la invitación a la alegría que Dios dirige a su pueblo cuando termina el exilio y el Señor hace sentir su presencia viva y operante. Además, Dios llama a María con un nombre de amor desconocido en la historia bíblica: kecharitoméne, quesignifica «llena de la gracia divina». María es llena de la gracia divina. Este nombre dice que el amor de Dios ha habitado desde hace tiempo y sigue habitando en el corazónde María. Dice que ella está'llena de gracia' y, sobre todo,que la gracia de Dios ha realizado en ella un “cincelado” interior, convirtiéndola en su obra maestra: llena de gracia.
Este cariñoso sobrenombre, que Dios da sólo a María, va acompañado inmediatamente de una tranquilización: «¡No temas!», la presencia del Señor siempre nos da estagracia de no temer y así lo dice a María: «¡No temas!».«No temas», dice Dios a Abraham, a Isaac, a Moisés, en la historia: «¡No temas!». (cf. Gn 15,1; 26,24; Dt 31,8).
Y nos lo dice también a nosotros: «¡No temas, sigue adelante, no temas!». «Soytu compañero de viaje»: esto le dice Dios a María. El «Todopoderoso», el Dios delo «imposible» (Lc 1,37) está con María, está con ella y junto a ella, es sucompañero, su principal aliado, el eterno «Yo contigo»(cf. Gn 28,15; Ex 3,12; Jdg 6,12).
Luego, Gabriel anuncia a la Virgen su misión, haciendo resonar en su corazónnumerosos pasajes bíblicos que hacen referencia a la realeza y mesiazgo del Niñoque va a nacer de ella y que será presentado como cumplimiento de las antiguasprofecías. Es la madre del Mesías. Él será rey, no a la manera humana y carnal,sino a la manera divina, espiritual. Su nombre será «Jesús», que significa «Diossalva» (cf. Lc 1,31; Mt 1,21);recuerda así a todos y para siempre que no es el hombre quien salva, sino sólo Dios.
Jesús es Aquel que cumple estas palabras del profeta Isaías: «No un enviado ni unángel, sino Él mismo los salvó; con amor y compasión(Is 63,9).Esta maternidad estremece a María profundamente. Y como mujer inteligente que es, es decir, capaz de leer dentro de los acontecimientos(cf. Lc 2,19.51), buscacomprender, discernir lo que está sucediendo. María no busca fuera, sino dentro. Y allí, en lo más profundo de su corazón abierto, sensible, escucha la invitación aconfiar en Dios, que hapreparado para ella un «Pentecostés» especial.
María acoge al Verbo ensu propia carne y se lanza asía la mayor misión jamásconfiada a una mujer, a unacriatura humana. Se pone al servicio: es llena de todo, no como esclava, sino como colaboradora de Dios Padre, llena de dignidad y autoridad para administrar, como hará en Caná, los dones del tesoro divino, para que muchos puedan sacar de él abundantemente.
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