El Papa Francisco: La amistad con Dios, que luego se refleja en todas las demás relaciones humanas, es el fundamento de la alegría que nunca fallará. Somos amados, esta es la verdad esencial.
Del 16 al 22 de agosto del 2024
AUDIENCIA GENERAL Hoy reflexionamos sobre el Espíritu Santo que descendió sobre Jesús en el bautismo. Los cuatro evangelistas narran ese momento, que es fundamental en la revelación, porque es una manifestación de la Santísima Trinidad: el Padre proclamó a su Hijo amado y el Espíritu Santo bajó sobre Jesús en forma de paloma.
En el Jordán, Dios Padre consagró a Jesús como profeta, como sacerdote y como rey, ungiéndolo con el óleo espiritual —que es el Espíritu Santo— para llevar adelante su misión.
En el gesto de la unción con el crisma se simboliza la comunicación del Espíritu Santo a quien lo recibe. Cristo es el ungido del Padre, y los cristianos somos ungidos a imitación suya.
Cristo es la cabeza, el Espíritu Santo es el óleo perfumado y la Iglesia es el cuerpo de Cristo donde esa fragancia se difunde. Cuando en la Misa del Jueves Santo se consagra el óleo llamado “crisma”, el obispo pide por quienes recibirán la unción en el bautismo y la confirmación, para que sean en el mundo testigos fieles de la redención y portadores del buen olor de Cristo.
EL ENCUENTRO POR LA AMISTAD ENTRE LOS PUEBLOS. “Si no buscamos la esencia, ¿qué buscamos?”. Buscar con pasión y entusiasmo lo que hace que la vida sea bella: “Lo esencial, lo más bello, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario para nosotros es la fe en Jesucristo” (Discurso en la Sesión Plenaria del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, 26 de enero de 2024).
En efecto, sólo el Señor salva nuestra frágil humanidad y, en medio de la adversidad, nos hace experimentar una alegría que de otro modo sería imposible. Sin este punto de anclaje, la barca que es nuestra vida estaría a merced de las olas y con el riesgo de hundirse.
La amistad con Dios, que luego se refleja en todas las demás relaciones humanas, es el fundamento de la alegría que nunca fallará, que el mismo don Giussani anunció a los jóvenes universitarios: “Sois amados. Este es el mensaje que llega a vuestra vida”.
Este es Jesucristo en la historia de la humanidad, inicio continuo de este mensaje: “¡Tú eres amado!”. ¿Qué es la vida? Ser amado. ¿Y nuestro ser? Ser amado. ¿Y el destino? Ser amado” (Litterae Communionis Tracce, 1996, n. 1).
Volver a lo esencial que es Jesús no significa evadirse de la realidad, sino que, al contrario, es la condición para sumergirse verdaderamente en la historia, para afrontarla sin huir de sus desafíos, para encontrar el valor de arriesgar y amar incluso cuando no parece que valga la pena, para vivir en el mundo sin ningún miedo.
Como escribía el entonces arzobispo Montini: “Nos necesitas, oh Cristo, oh Señor, oh Dios con nosotros, para aprender el verdadero amor y caminar con la alegría y la fuerza de tu caridad por el camino de nuestra vida ardua” (Omnia nobis est Christus. Carta pastoral a la archidiócesis de Milán para la Cuaresma de 1955).