Hace tan sólo dos meses, nos tocó ver o enterarnos por diversos medios sobre el atropellamiento de una persona que iba en un scooter eléctrico en una de las principales avenidas en Monterrey. Todo esto se debió a que la persona del scooter iba en carriles normales exclusivos para automovilistas, y no respetó un cruce importante y ahí se dio la colisión.
A la luz de ese accidente, salieron varias instancias del gobierno estatal a comentar que se tenía que hacer un reglamento específico para ese tipo de pequeño vehículo (si es que podemos llamarlo así) o que debería haber multas estrictas y especificación de dónde sí y dónde no pudieran circular, ya que resulta un peligro inminente para ambos casos (automovilistas y transeúntes).
Todo ha quedado sólo en palabras del director de Vialidad y Tránsito de Monterrey, donde mencionó en su momento que “si un automovilista arrolla a un tripulante de este medio de transporte contaría como atropello”; también recomendó a la población utilizarlos en vías óptimas como las banquetas y no en avenidas principales.
El reglamento de tránsito en su Artículo 137 nos señala que el atropello ocurre cuando tiene contacto con un vehículo y esta persona puede ir a pie, montado en patineta o en cualquier otro vehículo no regulado en el reglamento de tránsito. Incluso el automovilista tendría mayores problemas ante una situación como la de los scooters, pues su responsabilidad sería definida por el Ministerio Público.
En cuanto a las sanciones, si un ciudadano circula en avenidas principales a bordo de un scooter sería acreedor a un apercibimiento, y en caso de reincidir, se le retiraría esta unidad. Pero seamos sinceros, no hay policías monitoreando esto, o en su defecto no hay suficientes cámaras de vialidad-seguridad municipales.
En lo personal, casi a diario me toca ver a varias personas subidas en este tipo de “vehículo” en lo que es la avenida Alfonso Reyes, desde que comienza a la altura de la UDEM en Valle Poniente hasta llegar al cruce con Gómez Morín. Es una ruta para valientes, porque hay tramos que hay ciclopista y en otro no, independiente de que hay que ir sorteando a los ciclistas, motociclistas, salida de autos de sus cocheras y las intersecciones, las cuales no tienen la seguridad necesaria para apoyar a los vehículos especiales que acabamos de mencionar.
Pero lo que más me ha impactado y ha sido el motivo de esta columna es que la mayoría de las personas en scooter no llevan casco. Aparte de los riesgos descritos, sabemos que el scooter es un vehículo ligero y las calles no están en la mejor situación para que se haga un recorrido con más seguridad. Se sabe que en ese tramo de Alfonso Reyes en San Pedro hay muchas cámaras, pero no pasa nada.
Lo que sí pasa es que seguimos viendo a los policías de Tránsito con las pistolas de detección de velocidad, tratando de generar multas y ser “papistas” por pasarse tan sólo uno o tres kilómetros más de la velocidad, o ver policías en algunos cruces monitoreando el tráfico matutino arriba de sus patrullas, sin ejercer ningún tipo de apercibimiento.
Nos falta mucho para realmente ser ciudades de clase mundial, lo reitero y reiteraré muchas veces más. Nuestras ciudades son dinámicas y cambiantes, y los políticos no.