5 acontecimientos, nacionales o locales, que son detonantes para el magisterio
Entre profes y Política
Antes de salir de vacaciones de primavera (o de Semana Santa, como le decimos los mexicanos), trataremos de construir una narrativa basada en sentimientos puros y natos, emanados de docentes comprometidos, así como del personal de apoyo y de asistencia a la educación.
No se trata de evidenciar a nadie; se trata de sembrar (o ratificar) conciencia sobre qué hacen y cómo vive el magisterio.
No se trata de presentar matices trágicos o, como dicen los no concordantes con estas líneas, de desinformar a la ciudadanía en general; se trata, en realidad, de que entren en reflexión los principales actores gubernamentales y sindicales sobre el hecho de que tienen a un sector de la población olvidado y, hasta cierto punto, desatendido, decepcionado y molesto.
Primero: El colectivo docente y el PAAE tienen gran incertidumbre y decepción, pues han sido manipulados para satisfacer caprichos partidistas por esta administración federal como por la anterior. ¿Resultado de ello? Muy poca respuesta de la primera ministra nacional, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, en lo referente al decreto en materia de jubilaciones y pensiones. Nada que ver con la propuesta (y promesa) original del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Hay un verdadero abismo entre ambas. Y, por si fuera poco, anda el sector sindical en la “pepena” de personal para “usarlos” en las casillas como representantes del partido oficial en los comicios que se llevarán a cabo para elegir jueces, magistrados y ministros de la SCJN. Actos muy parecidos al del viejo partido en el poder. Como diría el gran jurista romano Ulpiano: “Los principios del Derecho son estos tres: vivir honradamente, no hacer daño a nadie y dar a cada quien lo suyo”.
Segundo: ¡UNIDAD! ¡UNIDAD! ¡UNIDAD! Son exclamaciones muy significativas en todo sector sindical mexicano; estas expresiones contienen una alta tinta de trascendencia, esperanza o manipulación, según sea el caso (o el fin). La unidad es el factor fundamental de éxito en cualquier terreno o área en donde haya una sociedad. Tal es el caso ante los aranceles impuestos por el presidente Trump: los mexicanos estamos convocados por la jefa máxima de la nación para que, todos unidos, produzcamos y consumamos más productos hechos en México. Buena intención. Solo que, ante este llamado, habrá que mencionar que solo se logrará con una educación de primera y con planteles educativos también de primera; por consiguiente, con salarios y prestaciones de primera. ¿Cómo lograrlo si tenemos salarios de tercera? Porque no me vayan a salir que los mentores tienen sueldos de primer mundo.
Tercero: Corrupción, término bárbaro y “canceroso” que se ha adueñado de la sociedad mexicana. ¿Cómo erradicar este mal? Debemos iniciar en casa, desde luego. Es más, ¿por qué no adoptar las medidas de nuestros antepasados? Sin llegar a los extremos, obviamente. La rotura del tejido social está tan marcada que todos se cuidan de todos. Incluso, hasta en las mejores familias existen actos “non gratos”. ¿De corrupción? De todo, como en la “viña del Señor”. Estas palabras (así como sus connotaciones) son muy comunes en nuestro “diccionario típico mexicano”: “moche”, “échame la mano, ahí te va para los chescos”, “órale, vamos a la micha y micha, ¿no?”, “no me digas que no se puede, al fin y al cabo, aquí en México todo se puede, ¿o no?” “¿y yo en qué libro leo?” “tú ponte a jalar que yo, como jefe, controlo a los demás”; etcétera y etcétera. Tenemos esperanza de que la presidenta de la República elimine rápidamente todo tipo de corrupción desde esa alta esfera administrativa, y que se venga en avalancha la limpia hacia todas las esferas estatales y municipales. Incluso, sin olvidar las sindicales. En las escuelas se reforzará la parte que le toca al colectivo docente.
Cuarto: El magisterio, como la sociedad entera, quiere paz, tranquilidad, respirar aire limpio, llegar y regresar sanos y salvos del trabajo, calles limpias y libres de “cráteres”, buena y mejor movilidad. Deseamos mejorar y promover a la familia, los valores, la seguridad social, y alentar la existencia de gobiernos “sanos” y justos. En fin, añoramos dormir “a pata tirante”, como nuestros ancestros. En conclusión, deseamos la “República del amor”. ¿Es mucho pedir?
Quinto: Las juntas de consejo técnico, las entregas de boletas de calificaciones, las evaluaciones trimestrales por proyectos y no por exámenes, las aportaciones voluntarias de los padres de familia y no por decreto, las aprobaciones por parte de las oficinas regionales para los gastos que se requieren en las escuelas donde no se asigna un solo peso, el acceso a internet en los planteles educativos, las grandes cantidades de faltas de los estudiantes sin consecuencia alguna, los uniformes escolares que no son obligatorios, y otras situaciones palpables más, son los aspectos en los que los gobiernos deberían trabajar. Porque, lejos de coadyuvar a la educación integral de los educandos, contraponen su verdadero sentido formativo y de calidad. En resumen, necesitan “una transfusión de sangre nueva”. La verdad como es, se tenía que decir y se dijo. Hasta la próxima.