Opinión

Rezago educativo voluntario

Sección Editorial

  • Por: Felipe de Jesús Cantú
  • 27 Noviembre 2023, 21:13

Echarle la culpa a la pandemia ha resultado de gran ayuda para muchos conceptos sociales y culturales que podrían meternos en un abismo del cual nunca salir.

Que si la economía se retrasó porque nos refugiamos en nuestras casas para alejarnos del riesgo y con ello frenamos el desarrollo. Que si la salud se redujo sustancialmente porque murieron unos y padecen la secuela del Covid-19 otros, mientras el sector salud atendía sólo a quienes padecieron la afectación y dejaron sin atención a los pacientes de otras afecciones.

También la inversión en obras de infraestructura fueron señaladas con retraso porque los trabajadores no podían asistir, por lo que casas, edificios y carreteras se quedaron en planes inconclusos.

Todo lo que se diga de ello tiene sentido y un poco de razón, aunque los análisis de detalle suelen ser un tanto contradictorios. En todos, menos en la educación.

La educación de un país tiene mediciones locales, nacionales e internacionales que se han elaborado desde años atrás y puede ser que haya menos controversia al respecto, porque es menos manipulable el resultado de tales estudios.

El Banco Mundial publicó sus resultados en la materia para América Latina y detectó que uno de los países más afectados por la pandemia fue México. Dice el banco que en el país causó un rezago mayor al de los otros de la región y que el impacto es de dos años de escolaridad. De acuerdo con sus resultados, la educación promedio en aprendizajes llegan apenas a primer año de secundaria y que antes de la pandemia teníamos el nivel de tercero de secundaria.

¿Recuerdas tu caso concreto? Probablemente tus hijos, nietos o sobrinos activaron una computadora para atender sus clases desde casa, inaugurando las clases a distancia. En ese ejercicio, algunos no se levantaron de la cama, otros dejaron de convivir con estudiantes y maestros y cumplieron a medias con las exigencias docentes por la sencilla razón de que “nadie los veía”.

La convivencia, o más bien la falta de esta, tuvo el mayor de los impactos porque redujo la sensación de colaboración colectiva, dejaron de sentir el riesgo al error, la posibilidad de ser criticados, la necesidad de vestirse acorde a la ocasión y hasta la forma de sentarse en una silla o pupitre.

Seguro que tú y yo no le vimos la importancia a esos detalles, pero cuando se profundiza el análisis nos caen nuevas ideas en la cabeza.

Otro banco, el Interamericano de Desarrollo (BID), dice que más de 600,000 jóvenes interrumpieron sus estudios gracias a la crisis económica derivada de la misma pandemia. Lo cual no tendría motivos para aparecer en las noticias de la televisión o los periódicos, pero el impacto en la educación equivale a retroceder más de 10 años en la asistencia y…

La competitividad del país sufre las consecuencias de manera directa. Porque ya tenemos aquí una crisis en la industria y el comercio que no consiguen quien quiera contratarse y cuente con habilidades mínimas para ser operario o encargado de atención al público, ya no digamos para transmitir conocimiento a otros seres humanos. ¿Que qué consecuencias traerá esto?

Sencillo responder: A menores habilidades, menores opciones para tomar empleos bien remunerados, resta competitividad al país y seremos menos productivos. O sea bajamos de nivel.

Es un problema de todos, seguro que sí. Sin embargo, tal como pasa en la política nacional y local, queremos que el gobierno y los que están en él encuentren la solución y nos rescaten de la triste realidad.

El otro enfoque, que es el que te invito a tomar, es el de apreciarlo como un problema que tenemos que resolver desde nuestras propias cualidades, capacidades y alcances, para resolver lo que provocamos con nuestras propias decisiones al dejar que la pandemia nos arrastrara hacia la reducción competitiva.

Fuimos los trabajadores, los estudiantes, los médicos, los abogados, los científicos, los maestros, y todos los que bajamos la guardia con una exigencia menor a nuestras metas y actividades.

En otras palabras, fue nuestra voluntad la que nos quitó el nivel, pero es la misma voluntad la que nos puede hacer regresar al camino del éxito social y personal.

Compartir en: