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Opinión

Reconociendo la vergüenza

La buena vida: Hablemos de todo

La resiliencia a la vergüenza sucede cuando reconocemos lo que nos apena, y entendemos los detonadores que la disparan.

La resiliencia es la capacidad de las personas para adaptarse positivamente a situaciones adversas. Uno de los mayores logros que podremos alcanzar en nuestra vida, es la resiliencia. Aceptar la vida como sucede.

Lograr adquirir la entereza de superar circunstancias traumáticas, y desarrollar los recursos para sobrevivir aquello que no creíamos que podríamos.

Lo supe el día en que murió mi madre y la ruptura familiar que siguió después de esa irreparable pérdida. Para que podamos transformar el trauma en algo positivo, tiene que pasar tiempo, esfuerzo emocional y trabajo interno.

Las personas resilientes a la vergüenza que queda después de una experiencia dolorosa, tienen la capacidad de reaccionar y responder con conciencia y entendimiento. Cuando no podemos reconocer nuestra vergüenza, ni qué la provoca, ésta nos nubla la claridad, nos envuelve y sentimos ganas de escapar y escondernos.

Hay quienes dicen que cuando nos sentimos avergonzados, el alma quiere salirse del cuerpo y escapar, es por esto que nos sonrojamos. Algunas frases que ayudan a indagar y reconocer la propia vergüenza, son:

“Siento físicamente vergüenza en...”, “El nombre de mis síntomas vergonzosos incluye…”, “Si pudiera probar la vergüenza, sabría a...”, “Si pudiera oler la vergüenza, olería a...” “Si pudiera tocar la vergüenza, se sentiría igual a...”

Nuestra identidad indeseable dictamina mucho de nuestro comportamiento cada día. Es importante identificarla, reconocer qué nos avergüenza de nosotros mismos y ser realista ante ello. Es común que las percepciones que queremos tener, y aquellas que queremos evadir, no son realistas.

La manera en la que queremos ser percibidos alrededor de una identidad específica, detonará la vergüenza respectiva.

Por ejemplo, en relación a la maternidad, tal vez una quiera ser percibida como una persona calmada, con conocimiento y educada y no percibida como alguien sobre reactiva o estresada, incapaz de balancear su carrera y su maternidad, o siendo muy ambiciosa.

Cuando prestamos atención a estas percepciones, podemos entender cómo es que nos hacen vulnerables hacia la vergüenza. En este proceso de reconocimiento, aprendemos mucho de nosotros mismos.

Yo, he cambiado tantas veces de opinión respecto a lo que percibo como inadecuado, que lo que en algún momento me resultó penoso, ahora me puede significar un reto de transformación. 
Podemos pensar en una categoría que nos da vergüenza (cuerpo, trabajo, maternidad, etc.), y cómo nos gustaría o no, ser percibidos en dicha área de nuestra vida, cuáles son nuestras identidades ideales y cuales son indeseables.

Mientras luchamos por ser auténticos y valientes, nos enfrentaremos a la crueldad y crítica lastimosa. Pero también nos haremos más fuertes. Seremos libres. Así que, si quieres probar tu resiliencia, mira de frente a la vergüenza y descubrirás con asombro, que una nueva identidad surgirá dentro de ti.  

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