Es tiempo de tender puentes políticos en Nuevo León. Si ya el gobernador Samuel García abrió el diálogo entre contrarios, si ya se reconoció a Lorena de la Garza como presidenta del Congreso local y si ya se cerró el litigio electoral de Monterrey, quedando Adrián de la Garza como alcalde, lo que resta es sentarse a negociar por el bien de Nuevo León. Que comience un nuevo ciclo.
El jurista alemán Carl Schmitt decía que la política es confrontación. Jürgen Habermas, en cambio, dice que la política es diálogo y búsqueda de acuerdos.
¿Quién está en lo correcto? Ambos. Ninguna tesis se labra en piedra. A veces toca la confrontación como método para mostrar músculo y, a veces, toca tender puentes con el adversario.
Tras la búsqueda del cofre enterrado, lo que menos pensaban los corsarios de bergantines rivales era dialogar entre ellos para compartirse el mapa del tesoro. A menos, claro está, que cada uno tuviese la mitad de ese mapa y ambos contaran con el mismo número de subalternos y municiones. Entonces sí era propicio sentarse a negociar con una botella de ginebra que simbolizara la paz.
Quizá mi ejemplo de corsarios sea un tanto forzado. Así que mejor pongo un escenario político. ¿Por qué negociarían dos o más partidos con parecida fuerza electoral si van por la misma gubernatura o la misma alcaldía? Es decir, ¿para qué pactar si pueden cada uno irse por la libre en la liza electoral? Si cada uno de estos partidos puede ganar, bien pueden también apostar y arriesgarse a perder.
Pero esos tiempos de confrontación electoral en Nuevo León ya pasaron página. Samuel García ganó la gubernatura por seis años, que nadie debe regatearle; el PRIAN ganó la alcaldía de Monterrey, y el Congreso local (por la buena o por la mala) se empató entre varias bancadas. El Poder Judicial es del PAN. La Fiscalía General es un volado, y a los nuevoleoneses nos urge avanzar en obra pública, en programas sociales y en servicios vitales para vivir como Dios manda.
Dicho de otro modo, es la hora de tender puentes, no barricadas. Es la hora de Habermas, no de Carl Schmitt.
Ya vendrán tiempos electorales cuando de nuevo se desenvainen espadas y reinicie la lucha fratricida por los puestos de elección popular. Son los ciclos bíblicos.
Pero por lo pronto, los legisladores locales tienen que sentarse a comer con el gobernador Samuel García, dirimir diferencias, aprobar presupuestos rezagados y negociar más recursos ante la Federación.
Si no quieren tomarse la foto tendiéndose la mano porque son de piel delicada, al menos tiendan puentes de comunicación y diálogo fructífero. Además, no les queda de otra.
No olviden los políticos que aquí el jefe se llama pueblo de Nuevo León. Y como jefe, exigimos resultados, no pleitos permanentes.