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Opinión

Dialogar: ¿sólo oír?

Siete puntos

1. Hay dos maneras de transmitir decisiones a los involucrados en un proyecto, una institución: la impositiva por parte del jefe o líder –con dos variantes: sin discusión alguna o con una fingida consulta– o la electiva, en la que se somete a votación lo que está en juego. Unos padres de familia, por ejemplo, examinan con sus hijos si en las próximas vacaciones de verano van a la Isla del Padre, al depa de unos amigos que los invitan, o a Montemorelos, para visitar a la abuelita paterna. Los genitores pueden optar por la primera versión: imponen su decisión, …

2. … o convocan a un referéndum familiar, en la que los sufragios de todos los integrantes cuentan lo mismo. Pero existe también la posibilidad de que adopten la metodología del escrutinio manipulado. ¿Qué les parece –pregunta el papá a sus hijos adolescentes–, si vamos a la Isla, cada quien con $1,000 dólares para sus compras en el mall de McAllen, o prefieren ir con su abuelita, para pizcar naranjas toda la semana? El veredicto de los muchachos lo imaginamos, y quien levantó la encuesta podrá presumir que procedió democráticamente.

3. Este protocolo es muy frecuente entre la clase política: manosear sondeos para presumir resultados favorables. Cada vez quedan más en evidencia los estudios demoscópicos que se venden al mejor postor, y han venido perdiendo credibilidad. La reciente encuesta impulsada por Morena, para saber si la gente está a favor o no de la reforma judicial, propuesta por el actual Presidente, y respaldada por la próxima, cae en esta incredulidad. Más que buscar conocer la opinión de la ciudadanía lo que se pretende, parece, es justificar una resolución ya tomada.

4. Todavía peor. El parlamento abierto propuesto por el oficialismo, en teoría para dialogar con todos los interesados en el tema –barras de abogados, académicos, actuales juzgadores, trabajadores del Poder Judicial, etc.– ha sido cuestionado por la debilitada oposición, y lo acusan de ser ideado sólo para oír, no para debatir. O sea: ¿se abrirán amplios foros de “diálogo” en los que, sí, se permitirá la participación de voces antagónicas, pero sólo como una especie de desahogo, pues no existe la mínima posibilidad de modificar el proyecto tal y cómo está?

5. El que el “pueblo” diga quiénes serán nuestros jueces: ¿hará que se acabe de inmediato la corrupción en el Poder Judicial?, ¿terminará, con esta medida, la extendida tesis de que quien tiene más dinero para pagar a los mejores abogados –y de paso sobornar al juez– gana todos los litigios? ¿no se abrirá la puerta para juzgadores incompetentes o, en el peor de los casos, más corruptos todavía, por sus vínculos con la delincuencia organizada? Que la impartición de justicia en México tiene que purificarse es cierto. No sé si con este procedimiento se logre.

6. Qué bueno, entonces, que se convoque a un parlamento abierto. Pero ojalá que estemos más ante un verdadero diálogo, en el que todas las partes interesadas expresan sus posiciones bien argumentadas, y menos frente a una metodología inocua, cuyo objetivo es sólo aparentar que se escucha con la disposición a atender buenas propuestas. En el diálogo, es cierto, resulta fundamental oír y no sólo hablar, pero condición indispensable para que sea un instrumento eficaz es tener la actitud de apertura ante un posible cambio en las propias convicciones.

7. Cierre icónico. El Yunque es una organización secreta paramilitar, ultracatólica y de extrema derecha que declara como objetivo “defender la religión católica y luchar contra las fuerzas de Satanás”. Acaba de crear en Guadalajara un Centro de Formación Política para Líderes Católicos, pero que no tiene nada que ver con la Academia de Líderes Católicos (ALC), que está en comunión con el Papa. La iniciativa yunquista ha generado confusión, pues se presenta como parte de la ALC, de la que esta se ha deslindado. Queda claro que no hay vínculos entre ambas instituciones.

papacomeister@gmail.com

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