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Opinión

Ciudad de mazapán

Crónicas de un comelón

Lübeck posee fama de ser una de las ciudades donde se elaboran algunos de los mejores dulces de mazapán del mundo.
 
Para muchos de nosotros, la palabra mazapán nos trae recuerdos de aquellos anuncios con Pipo y sus ojos. La típica confección a base de cacahuates molidos y azúcar nos ha acompañado desde la infancia.

En casi todo el resto del mundo, sin embargo, la palabra mazapán o marzipan, se asocia con un dulce diferente. En esos lugares, el mazapán se elabora a base de almendra molida (no tan finamente molido como el nuestro), también azúcar y se le suele complementar el aroma con una esencia de la misma oleaginosa.

La textura también difiere del nuestro, porque mientras el mazapán de nuestra infancia se desbarata, el marzipan suele mantener su forma, y tiene algo de humedad que hace que la almendra se pegue. Esto permite confeccionar diferentes figuras con el dulce entre las que destacan frutas.

Se le atribuye el origen de este dulce a las monjas del convento de San Clemente en la ciudad de Toledo, allá por el siglo dieciséis. El dulce se convirtió en algo tan popular, que personajes tan famosos como Da Vinci elaboraba estatuillas de mazapán para Ludovico Sforza.

Por principios del siglo diecinueve, una ciudad al norte de Alemania, Lübeck, que encabezaba la liga comercial hanseática, gozaba de una abundancia de mercancías tal, que sus artesanos pudieron elaborar mazapanes con un contenido más alto de almendra en relación al de azúcar.
Desde entonces, Lübeck goza de la fama de ser una de las ciudades donde se elaboran algunos de los mejores dulces de mazapán del mundo.

Hace varios ayeres, mi hermano estuvo de intercambio en Alemania, y precisamente en un pueblo muy cercano a Lübeck, cuando regresó, su maleta contenía varias cajitas de distintos dulces de mazapán de una casa productora que data desde principios del siglo diecinueve: Niederegger.

Había unas piezas claramente pensadas en ser recuerdos de la ciudad, ya que representan en el dulce uno de sus edificios más famosos. Otros más sencillos en su presentación, simplemente para degustarse y los que se convirtieron en mis favoritos, una caja con pequeñas confecciones de mazapán con chocolate en diferentes versiones.

Fue casi amor a primer bocado. Lamentablemente para mí, las confecciones de Niederegger no son tan comunes por acá. Pasaron varios años, casi diez, hasta que me volví a encontrar con ellos y un poco después, conocí Lübeck. Como era temporada navideña, me tocó además conocer la versión estacional del mazapán, unas estrellas aromatizadas con canela. Una delicia.

Alguna vez, un supermercado de la ciudad trajo dulces de Niederegger y obviamente los adquirí. Pero no creo que hayan sido tan populares porque no regresaron. Hoy se pueden pedir en línea, y si un día sienten que merecen darse un lujito, se los recomiendo. Ahora permítanme, que necesito ver si me pido unos.

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