Aunque parece lejano para el ciudadano común y corriente luego de un bastante extraño operativo para lograr el arresto, entrega voluntaria o traición para que peligroso “malito” fuera a aterrizar su avión pasando la frontera norte donde desde el pasado jueves se le mantiene retenido por las autoridades norteamericanas, que ante los ojos del mundo, se anotaron un triunfo frente a la sorpresa de sus colegas mexicanos, sería natural consecuencia esperarse una reacción criminal desfavorable en cualquiera, en algunos o en todos los rincones de este lado de la frontera.
Y es que se presume de que tan multimentado personaje, es el líder de una de las organizaciones criminales más amplias y por ende, importantes establecidas en el territorio Mexicano.
Es por ello quizás que algunos analistas hablan del hecho como “una oportuna aspirina electoral” a favor del actual gobierno norteamericano que está en elecciones y por consecuencia, de su vicepresidenta, que se encuentra “encampañada”.
Luego de diezmados sus puntos y el efervescente ascenso popular del “güerito copetón” provocado en un mismo evento, donde a las fallas en el criterio de acción del servicio secreto, casi le cuesta la vida al “desorejado” candidato republicano, los demócratas con este triunfo, se anotan un tanto a su favor por la silla presidencial norteamericana.
Pero si en aquel lado se miran las cosas de manera electoral, en este lado el hecho representó, al menos para un líder senatorial, el “cobro de una factura” al gobierno de México por no permitir en nuestro territorio las operaciones de sus agencias policiales internacionales en defensa de, no de malito alguno, vaya pensar Usted mal, sino de la soberanía de nuestro país.
Bueno sería que por el bien de todos, esto se detuviera aquí, sin embargo, la fuente del problema sigue invadiendo nuestras calles, nuestras comunidades y nuestras poblaciones y aunque, “repítole” lo dicho en las primeras líneas de este artículo, el problema parece lejano para el ciudadano común y corriente, sin embargo, debemos de estar conscientes que cohabitamos con el problema.
Y es que “el problema”, se resume en “muchos”, que muy probablemente parten desde el comercio de estupefacientes, asaltos, secuestros, homicidios, desapariciones, cobro de piso, extorsiones, trata de personas y un largo etcétera y del cual, como hábilmente lo hacen algunas autoridades, el ciudadano común y corriente se hace de la vista gorda frente a la impotencia, pues su función no es otra más que producir sus propios recursos para medianamente subsistir.
Así pues estimado lector, en la normalidad a la que nos hemos acostumbrado por el entorno de inseguridad que permea en todos los rincones y niveles de la sociedad y ante los oídos sordos de los directamente involucrados en prevenirla, nos preguntamos cómo se hace necesario la presencia de auténticos héroes y líderes que nos vengan a rescatar de este terrible mal que hoy tanto padecemos.
Y aunque por fortuna contamos con muchos, éstos en el grado de sus competencias y ante la normalidad de su presencia, pasan a ser anónimos pero tan importantes en su quehacer, que con sus acciones sin duda alguna han salvado vidas, como lo son los maestros, los bomberos, los policías, los médicos, las enfermeras, los socorristas, los sacerdotes, los psicólogos, los mecánicos, los cocineros y muchos más profesionales, voluntarios y gente de buen corazón que dedican su vida en pos del bienestar de los demás.
Sin embargo, ante las cruentas batallas que se libran en el día a día de nuestras vidas, cómo quisiéramos que entre nuestras autoridades hubiera un héroe como “El Santo, el enmascarado de plata”, que nunca perdió una sola batalla, o ya de perdido alguien sino tan habilidoso, sí por lo menos alguien gracioso como el “Chapulín Colorado” para que por lo menos con su presencia y para no sentirnos solos y abandonados, nos de el consuelo de un “calma, calma, que no panda el
cúnico”.
Por hoy es todo, medite lo que le platico Estimado lector, esperando que este nuevo amanecer se traduzca en un reflexivo día, por favor cuídese y ame a los suyos; me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”, nos leemos Dios mediante aquí el próximo lunes.