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Opinión

Tómate tres segundos y quizá hasta te sirvan un té

Familia Viva

 
Hoy te cuento una historia que me pasó la semana pasada en un momento de mamá desesperada, de esos que quieres gritar: ¡ya duérmanse todos! pero al mismo tiempo te das cuenta que todo sigue igual y más te desesperas.

En la columna del miércoles pasado hablamos de la importancia de conocer la etapa en la que estamos física y mentalmente. Cuando conocemos los alcances y áreas de oportunidad de nuestro cuerpo, cerebro y energía, podemos ser más empáticos con nosotros mismos y con los que más queremos.

Pues estaba yo como a las 10:00 de la noche, pidiendo a mis hijas que se acostaran, mientras intentaba terminar “cosas de chamba” en mi computadora, de esas “cosas” que siempre hay y que nunca se acaban. 

Y con un ojo al gato y otro al garabato, veía cómo se paseaban mis hijas por la cocina y por acá terminaba otro correo. Y escucho como una de mis hijas estaba preparando algo en la cocina, me imaginé que era un té, porque a ella le gusta tomar té. Y por dentro me dije a mi misma: “Mi misma: cómo se le ocurre ponerse a preparar un té, si le acabo de decir que por favor ya se vaya a dormir, en qué cabeza cabe; osea, neta que parece que estoy pintada… bla bla bla”.

Eso lo pensaba, pero de mi boca salió una firme pregunta: ¿qué estás haciendo en la cocina? seguido por una pregunta más firme: ¡¡¡¿te estás haciendo un TÉ?!!! (esto ya se escuchó más amenazante).

Y que sale mi hija de la cocina con una tacita de té en la mano y con toda calma me ve a los ojos y me dice: –Sí, estaba haciendo un té… para ti, para que te relajes. PFFF ¿Qué haces? me dio una cachetada con guante blanco. Me quedé muda, le tuve que bajar varias rayitas en segundos. Se acercó, nos abrazamos y las “cosas de chamba” quedaron en mi última prioridad del día. Ese té que no pedí, se convirtió en un abrazo largo y una que otra lagrimita de amor.

Y es que el tiempo vuela, tus hijos te observan, danzan a tu alrededor, juegan, lloran, gritan, son niños, son adolescentes, son adultos y un abrir y cerrar de ojos, ya no están.

Esta columna es para recordarme lo simple que puede ser la vida como una taza de té compartida, un momento lento, un ratito de pausa para que en un abrazo podamos detener el tiempo y conectarnos con los que más queremos. Tómate tres segundos de respirar antes de explotar y quizá hasta te sirvan un té.

Mi hija me desarmó con una tacita y no tuve más remedio que mostrarse vulnerable con ella y hacerle saber que había tenido un día complicado y que este momento fue mi mejor momento del día.

Una maestra en temas de vulnerabilidad es Brené Brown, les recomiendo sus libros, pódcast y hasta en Netflix tiene conferencias. Te comparto una de sus frases:

“Aquellos que tienen un fuerte sentido de amor y pertenencia tienen el coraje de ser imperfectos”.

Y es que ahí está el meollo del asunto, abrirnos a mostrar nuestra imperfección nos puede dar muchos regalos y satisfacciones. Te lo aseguro. Atrévete a mostrarte con los que más quieres, con todo lo que sientes, con tus miedos, tristezas, inseguridades y todo lo que te hace un ser humano.

Termino con otra frase de Brené Brown que nos invita a tener la valentía de mostrarnos tal cual, para alcanzar una conexión que quizá antes no conocías.

“Mantenerse vulnerable es un riesgo que tenemos que asumir si queremos experimentar la conexión”.

Te deseo que tengas ratitos de té con quien más quieres, no te esperes a estar al borde del grito o la desesperación, busca esos momentos y que el mundo ruede, porque no deja de seguir su curso todo allá afuera. Y los momentos ordinarios, esos momentos chiquitos hay que robarlos a la vida. 

Es un lujo poder tener tiempo de calidad con los que más quieres. Haz que suceda, no necesitas mucho dinero, quizá es hoy en el piso jugando a legos con tu hijo, quizá es acompañar a tu adolescente a ver su película, un cafecito a gusto con tu mamá o papá, una plática profunda con tu hijo adulto, un rato de risas con tu pareja. Robemos a la vida lo que nos pertenece, esos momentos nuestros y de nadie más. Nos vemos el próximo miércoles.

Escríbeme con confianza a mi correo familiaviva@marysolflores.com o en mis redes sociales como @familiaviva.mx, me encanta recibir sus mensajes.

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