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Opinión

¿Qué esperamos en Nuevo León de los alcaldes nuevos y reelectos?

Sin Censura

Es hora de que los políticos de Nuevo León se reconcilien entre ellos. Deben darse la mano después de una férrea disputa por los cargos de elección popular y los litigios postelectorales que fueron válidos, pero que los tribunales ya han emitido sus fallos sin posibilidad de apelación. 

Las alcaldías no son botín de guerra ni vemos a los alcaldes como guerreros acorazados o samuráis armados con mortíferas katanas; preferimos verlos simple y llanamente como maestros de obra, líderes de la comunidad o, si acaso, como comandantes de batallón. 

Algunos presidentes municipales nuevos o reelectos creen que su gestión municipal es la prolongación de sus campañas electorales por otros medios, es decir, la continuación de la guerra. 

Algunos medios y cierta prensa desalmada quiere que las alcaldías sean extensiones del campo de batalla en las urnas y que, al cabo de tres años, se levante saldo de vencedores y vencidos. 

¿Cómo apagar los rescoldos de los inútiles  conflictos que incendiaron la política local para ponernos todos unidos a trabajar? 
De entrada, los remedios parecen simples, pero no daré recetas, sino un método para trabajar en paz. Para empezar, un alcalde tiene que dejar su ego en la casa, guardado en el fondo del clóset. Si un alcalde cree que es una celebridad, terminará por meter la pata. Superhéroes, nada más, en Marvel. 

Bien hizo Mauricio Fernández en San Pedro al tomar protesta en un acto sencillo, sin rollos ni rodeos. De ahora en adelante, que usen la lengua para dar instrucciones a sus colaboradores cercanos y regañar a uno que otro subordinado flojo o embustero. 

Nada de discursos al globo terráqueo como los que soltaba Luis Donaldo Colosio en vez de arrancar obras y programas sociales concretos. Por eso perdió el del apellido ilustre y por otros defectos peores. Hay que ser humildes como servidores públicos, dijo ayer César Garza a su hijo, nuevo alcalde de Apodaca.  

Valdría la pena que cada presidente municipal tomara indicadores que en sociología se conocen como “estadísticas morales”. ¿Cuáles son estos? Por ejemplo, el indicador de tendencia poco aplicado de la mortalidad infantil. Está comprobado que  el índice de mortalidad infantil es una señal de que los recursos públicos se aplican bien o mal. Si aumenta el número de “nacidos vivos” en una ciudad, baja la tasa de corrupción. La correlación de los dos porcentajes es extraña pero precisa. 

La mortalidad infantil en Nuevo León es una de las más bajas del país: 9 muertes por cada 1,000 nacidos vivos. Este indicador es mejor que medir el Producto Interno Bruto (PIB), que suele registrar actividades ficticias. 

Otro indicador de cómo va el progreso social en una determinada zona geográfica, todavía más extraño pero igualmente preciso, es la proporción de personas que optan por la ingeniería. Los expertos dicen que este indicador puede aplicarse igual para una ciudad que para un país. 

En EUA, un imperio en total decadencia, la proporción de habitantes que optan por estudiar ingeniería descendió en los últimos 10 años de 37% a 7.2 % (por eso los gringos importan masivamente ingenieros de India y China). En Nuevo León es 18%, cifra muy elevada, teniendo en cuenta que en la economía mexicana la proporción de personas con estudios superiores que optan a la fecha por estudiar ingeniería es de 12%.

Dicho de otro modo, la pujanza de una ciudad se mide prioritariamente por el número de ingenieros que viven y trabajan ahí, lo que incluye ingeniería civil, mecánica, electrónica, mecatrónica, informática, etcétera. 

Este porcentaje, en términos cuantitativos brutos, refleja el rol que las ingenierías juegan en la innovación tecnológica, la mentefactura y el desarrollo industrial de una ciudad (en suma, somos ya un hub de movilidad). 

Quédense los alcaldes con este controvertido pero acertado indicador: más ingenieros y menos políticos; menos saliva y más cálculos (pero no para llenarse los bolsillos de dinero, sino para hacer obra pública). 

Y para que aprecies mejor mi artículo de mañana, consigue el libro “La Venganza de la Geografía: cómo los mapas condicionan el destino de las naciones" de Robert D. Kaplan, porque te explicaré con datos duros cuáles son y cómo aplicamos las ventajas geográficas del Área

Metropolitana de Monterrey y por qué podemos ser la Meca de los semiconductores, la llave de la economía futura. 

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