¿Qué no es la vida, un trozo de existencia en el tiempo, ese que es el parámetro en el que se rige el universo?...
Pues bien, le guste o no, mientras usted tenga vida para hacer y deshacer en muchas cosas, entre ellas, leer mi editorial, amable lector, significa que, junto conmigo y todos los demás, nos encontramos nuevamente en el umbral del “patio de cuadrillas”, prestos a hacer el portentoso “paseíllo 2025”, con un corazón atiborrado de ilusiones y buenos deseos para “partir plaza” garbosamente con solera y gran talante, ante un nuevo ciclo de vida que comienza pasado mañana en nuestra existencia.
Para llegar hoy aquí, hemos tenido que “lidiar” con todo lo que nos ha salido por “el toril”, dejando atrás un 2024 lleno de vicisitudes y sorpresas que construimos como sociedad en lo colectivo a lo largo de un período que se vistió de todo: de triunfos, de fracasos, de aciertos, de descalabros, de alegrías y a la vez de tristezas, que dejarán marcado el año que apenas terminamos como histórico, en el inicio de la construcción de una nueva nación y que ha sido el sólido cimiento sobre el cual edificaremos lo que nos venga por “el portón de los sustos” para el 2025.
Pero para llegar a este punto en el que hoy mismo nos encontramos, en el “reset” del nuevo comienzo, como seres humanos en lo individual, debemos ser y estar agradecidos con el Creador, Dios, el Universo o como usted le quiera llamar, por la infinita gracia recibida particularmente en el período anterior y por todo de lo que nos ha proveído desde el principio de nuestras vidas.
Así pues, la gratitud por la vida, por el amor, por nuestros padres, por el amanecer, por el anochecer, por las flores, por los animalitos, por el aire, por el sol, por la alegría, por el dolor, por el trabajo, por todo cuanto fue posible, por todo lo que no pudo ser, por todo lo que ha pasado por nuestras manos, por nuestras decisiones, por nuestras acciones, por todo lo que ha significado construir al paso de nuestra existencia lo que hoy tenemos como vida, son elementos sumamente fuertes para estar agradecidos.
Distintos todos, hijos únicos e irrepetibles del Ser Supremo, cada uno de nosotros perfectos en su naturaleza, pero ataviados con una incalculable serie de defectos y virtudes adquiridos a lo largo de nuestra existencia y con los que hemos vestido al alma que nos acompaña en nuestro sinuoso andar, recordamos con nostalgia y gran cariño, en estas fechas, a nuestros seres más queridos, muchos de ellos que, cumplimentada su misión en la tierra, se nos han adelantado a disfrutar la Gloria eterna y que forman parte del arcón de los recuerdos más atesorados de nuestras vidas.
Hoy recordamos con gran cariño y en honor a lo que somos, a aquellos que, muy a su manera, con amor y harta bondad, con sus vidas construyeron los cimientes de lo que nos hemos convertido como seres humanos: a nuestros abuelos, a nuestros amados padres, a nuestros tíos, a nuestros hermanos, a nuestros amigos y a todos aquellos que formaron parte importante en el paso de nuestras vidas.
De la misma forma, agradecidos debemos estar por el espacio de las personas que amamos, las amistades nuevas, los antiguos amores, los seres más cercanos y a los que la distancia ha colocado como los más lejanos, los que nos dieron su mano y con los que, de una forma u otra, hemos podido convivir.
Debemos de estar agradecidos por todos aquellos que nos han acompañado y con los que hemos compartido fragmentos importantes de nuestra vida en el quehacer del trabajo, en el dolor y la alegría.
Pero también es momento de pedir perdón por todo aquello que no ha sido bueno para nuestras vidas, por todo el tiempo perdido, por el dinero mal gastado y si usted es político, corrupto o tramposillo, por el dinero mal habido, por la palabra inútil y el amor desperdiciado, perdón por las acciones vacías, por el trabajo mal hecho, por los olvidos, por los descuidos, por los silencios, por los miedos, por los vicios, pero sobre todo, perdón por vivir sin entusiasmo.
A partir de pasado mañana, estimado lector, iniciamos un nuevo año, una nueva oportunidad de crecer, de vivir, de existir, de amar, de respetar, de disfrutar la paz, el amor y la alegría a la cual solo podremos llegar con fe, con salud, comprensión, optimismo, bondad, fortaleza, dedicación, disciplina, prudencia, claridad y sabiduría.
Mis mejores deseos para usted y su apreciable familia, estimado lector, es que por el “toril” de este nuevo año 2025 le venga lleno de amor y plenitud para el alma y el espíritu, y así seguir construyendo con nuestras vidas un mundo mejor para todos.
Por hoy es todo, amable lector. Medite lo que le platico, disfrute la vida y, al máximo, a su familia, esperando que el de hoy sea para usted un reparador día lleno de optimismo y entusiasmo. ¡Feliz año nuevo! Me despido honrando la memoria de mi hermano Joel Sampayo Climaco con sus palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos aquí el próximo lunes.