Opinión

¡Porque lo mando yo!

Sección Editorial

  • Por: Luis Gerardo Treviño
  • 24 Octubre 2024, 00:10

Esta es una frase acuñada en el seno de las familias mexicanas cuando el padre o la madre deben imponer una decisión que es por el bien de los hijos que tienen bajo su protección y resguardo, sobre todo cuando los menores no tienen la capacidad de tomar decisiones informadas que no les expongan a peligros, y que, como sus tutores, pueden prever.  

Este proemio sirve para introducir el tema que enciende todas las alertas a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional. Y viene la pregunta necesaria: ¿No habían quedado los principales actores del segundo piso de la Cuarta Transformación en que no se preocuparía el pueblo porque no tenían intenciones de ser una dictadura ni nada parecido? 

Sin embargo, en un acto contrario y con gran temeridad, el abogado y notario público de la familia de su íntimo amigo Andrés Manuel, quien fue mencionado como parte del testamento de López Obrador cuando se lo estaba llevando la Catrina de la vida real, y quien ocupó la Secretaría de Gobernación, luego se fuera de corcholata a buscar adeptos o hacer el caldo gordo para que fuera designada la corcholata ganadora de Claudia, me refiero al tabasqueño Adán Agusto López, quien de viva voz presentó en el senado las particularidades de la amenaza convertida en iniciativa. 

En ella pretenden abolir el derecho a discernir sobre las reformas que el Congreso de 500 diputados federales, muchos de los cuales no alcanzan a leer las iniciativas y que muchos aprueban sin ver —por lo rápido e incompleto de los procesos legislativos a cambio de lo que les dé su líder, ya sea de compensación económica o simplemente por lealtad al movimiento—. (Hay una minoría de oposición a la que no le alcanza para detener esas iniciativas y reformas).

La grandeza de un sistema democrático, entre otras cosas, radica en que todas las corrientes de pensamiento sean tomadas en cuenta —por eso existen los pluris— y con ello la construcción de acuerdos para los gobernados. Ese atentado de iniciativa que presentó y leyó en la tribuna del Senado, donde se niega la oportunidad de controvertir las reformas a la Constitución, me da escalofríos, pues eso sería la confirmación de la entrada en un sistema decadente de una dictadura donde no importa nada de lo que piensen o propongan los miembros de otras corrientes de pensamiento, solo lo que el grupo en el poder diga, mande y ordene, con una férrea disciplina más allá de lo militar o religioso, donde no se toma en cuenta la razón, solo la decisión unilateral o la visera mandando. 

Me parece muy delicado tener esa afrenta, pues parte del éxito del movimiento de regeneración nacional ha sido la propuesta de darle voz al que no tiene y hacer visibles las necesidades de muchos, acabar con las grandes brechas económicas y muchas otras ofertas que, en discurso, suenan muy bien. Diríamos que sí venden, pero esta propuesta nos regresa al tembladero.

No conformes con una reforma al poder judicial sin pies ni cabeza, echando a quienes estudian y conocen el derecho por los berrinches del jefe del movimiento, con todos los argumentos que en otra ocasiones hemos expuesto y que, seguramente, siguiendo los cauces legales, deberán de moderarse o replantearse. 

En el deseo de una mejoría, se alejan tanto de lo viable y posible que nos ponen en una situación complicada con nuestros socios comerciales y la comunidad internacional. Y ahora, de remate, una modificación que sólo faltó decirnos que ni pensemos en reclamar, ni discutir, mucho menos controvertir, ni alegar la falta de formalidades procesales o el debido proceso; su iniciativa se resume a la frase con que da título a esta participación editorial. 

En el caso de que este amague sea solo un distractor más, como los que acostumbra Don Andy, que le gusta mantener al respetable en el borde de los asientos, esperando con qué cosa nos va a salir y a restringir las libertades, Adán hace muy mal, pero tiene muy clara la idea de lo que están logrando. Lo más admirable es que la gente inconforme que les dio el voto para instalarlos en el poder ahora no podrá inconformarse. ¿Será cierto que están de acuerdo en seguir ciegamente con ese proceso. 

De última hora me llega un dato de que Adán Augusto retira la iniciativa. ¿Será real y ya rectificó? O de plano se instaura la orden dictatorial: ¡Porque lo mando yo y te callas!

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