Opinión

¿Por qué un video de Ronald Reagan que subió ayer Samuel García se volvió viral en Nuevo León?

Sección Editorial

  • Por: Eloy Garza
  • 12 Marzo 2025, 02:00

Ayer, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, subió un video del expresidente de EUA, Ronald Reagan (1981-1989), en su cuenta de Instagram, y en pocos minutos se volvió viral. 

Tres fueron las razones que puedo entrever para esta viralización: la primera, que el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, ha querido compararse con Ronald Reagan, de ahí que el retrato del político-actor de California ocupe el espacio más destacado de la Oficina Oval. 

La segunda razón es que, en este video, Reagan critica indirectamente al otro ídolo de Trump: el expresidente William McKinley (1897-1901), fanático irredento de la política comercial de imposición de aranceles, quien fue asesinado en un parque de diversiones en Búfalo, Nueva York, el 14 de septiembre de 1901. 

La tercera, y esta es la razón más importante para nosotros, los regiomontanos, es que, si Nuevo León es uno de los principales estados en México que ha impulsado con éxito la relocalización, y con este tipo de políticas hemos acabado con la pobreza extrema en la entidad y reducido a casi cero el nivel de desempleo local, comunicar con argumentos sólidos el porqué los aranceles son la peor decisión que pudo haber abanderado Trump se vuelve una necesidad urgente. Y si esta explicación la brinda el propio Ronald Reagan, adalid del libre comercio y la apertura de fronteras, significa prácticamente restregarle en la cara a Trump su deliberada o inconsciente metida de pata, que ya se refleja en la caída de la bolsa del llamado “lunes negro” y en una inevitable recesión de la economía norteamericana que se llevará de encuentro también a la mexicana. 

¿Y qué dice en este video Ronald Reagan, rescatado del olvido ayer por Samuel García? Una verdad como oro: que cuando alguien dice “impongamos aranceles a las importaciones”, parece que están cumpliendo una meta patriótica, protegiendo productos y empleos estadounidenses. Y si bien a veces, por un breve lapso, funciona, lo que finalmente sucederá, según Ronald Reagan, es que “las industrias locales comenzarán a depender del gobierno mediante altas tarifas; dejarán de competir, innovar y hacer los cambios tecnológicos y de gestión que necesitan”. Y viene lo peor: se desencadenarán “feroces guerras comerciales, cuyo resultado son más y más aranceles, más barreras comerciales y los mercados colapsarán, las empresas e industrias cerrarán y millones de personas perderán sus empleos”. 

En otro mensaje, todavía más severo, Ronald Reagan complementa la advertencia que subió ayer Samuel García en redes sociales. 

Se trata del discurso de Reagan contra los aranceles y el proteccionismo que pronunció el 23 de septiembre de 1987 en el Capitolio, donde recientemente estuvo Trump dando su discurso controvertido en defensa de los aranceles contra México, que finalmente pospuso a abril (excepto los aranceles al acero y el aluminio, que siguen firmes).  Allí mismo, formuló Reagan su metáfora más mortífera contra la absurda imposición de aranceles. Dijo en aquel entonces: “Estamos en el mismo barco con nuestros socios comerciales. Si un socio dispara y hace un agujero en el barco, ¿tiene sentido que el otro dispare, abriendo otro agujero? Algunos dicen que sí y lo llaman ser duros. Yo lo llamo estúpido. El proteccionismo es una calle de doble sentido: invita a represalias. Y la historia muestra que las guerras comerciales no son el camino para construir una economía fuerte y en crecimiento”. 

Y sigue Reagan, como si le hablara directamente a Trump: “Nuestros socios comerciales pacíficos no son nuestros enemigos; son nuestros aliados. Deberíamos tener cuidado con los demagogos que están listos para declarar una guerra comercial contra nuestros amigos, debilitando nuestra economía, nuestra seguridad nacional y todo el mundo libre”. 

Ni México, y por ende tampoco Nuevo León, han querido responder con más tiros a los disparos que soltó el demagogo a la barca donde vamos todos. Si se hunde la embarcación, terminaremos por ahogarnos todos.

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