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Opinión

Toda la confianza de NL en el profesionalismo de Sheinbaum

Sin Censura

Hace 19 años Ángela Merkel se convirtió en la primera mujer canciller de la historia de Alemania, el 18 de septiembre de 2005. 

El candidato perdedor,  Gerhard Shröder, como buen macho alfa, arremetió contra ella. La insultó en persona, en un set de televisión. 

Merkel lució esa noche el mismo talante cauto y reflexivo que la definió durante su largo mandato. Muchos le atribuyen ese dominio emocional a su formación científica (es física química). 

En cierta forma, el éxito de Merkel se atribuye a tres rasgos de su personalidad que también, salvando todas las diferencias ideológicas, tiene Claudia Sheinbaum: uno, no impone su ego al gobernar; dos, no se toma nada personal; y tres, no se siente dueña de la verdad absoluta. 

Frente a Merkel y Sheinbaum, Kamala Harris es más emocional y, últimamente, menos eficaz en el ejercicio público (su misión como vicepresidenta para frenar las olas de migrantes ilegales pasó sin pena ni gloria y, por ende, fue un fracaso). 

Frente a Donald Trump, quien también insultó y se burló en innumerables ocasiones de la canciller de Alemania, Merkel y Sheinbaum saben reformar y calibrar bien el aparato público. Trump es desorganizado e impaciente a la hora de delegar y ajustarse a la norma, según sus propios incondicionales. Ellas, en cambio, son minuciosas, perfeccionistas y, francamente, aburridas. 

Ya sé que ahora los electores buscan que los gobernantes sean standuperos. Sin embargo, el estilo de gobernante aburrido, que por eso mismo se concentra en diseñar y ejecutar políticas públicas, tiene sus evidentes ventajas. 

Venimos de seis años obradoristas que tú, como lector, podrás calificar como avances o retrocesos para México. Eso no obsta para reconocer que se elevaron a rango constitucional muchos programas sociales que, en el papel al menos, ya no tienen reversa. 

¿Qué falta? Precisamente eso que señalé arriba: mejorar el aparato público, para que las finanzas del Estado estén sanas y aguanten tamaños compromisos sociales. No la tenemos fácil. 

Desde luego, viene la parte tediosa de gobernar. Ajustar, corregir o de plano sustituir los componentes de una maquinaria que, en buena medida, requiere afinación mayor. 

En otras palabras, las consignas y proclamas ya están ahí para quien quiera desgañitarse con ellas (en su discurso de toma de protesta en el Congreso de la Unión, por ejemplo, la presidente Sheinbaum iniciaba una arenga y los legisladores presentes la terminaban). 

La ruta crítica de la 4T ya está trazada, para bien o para mal.  Sigue entonces volver realmente profesional la gestión pública. Acabar con la improvisación, como pasó tristemente con el INSABI, que nos salió muy costoso a los mexicanos, y entrarle a procesos y procedimientos. En suma, profesionalizar el servicio público. 

Es la hora en que entran al quite las mujeres, sí, pero sobre todo las científicas. Toda la confianza de los nuevoleoneses a la doctora Claudia Sheinbaum, científica y mandataria.

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