Si con la bancada del PRIAN de la Cámara de Diputados fluye el diálogo terso con el secretario de Gobierno, Javier Navarro, es señal de que hay buena intención por parte de los legisladores federales.
Si con la bancada local del PRIAN el diálogo no fluye y es accidentado y abrupto, es señal de que la línea de trasfondo es generar conflicto local.
Si algunos legisladores locales del PRIAN destilan descortesía al ser invitados a desayunar a Palacio de Gobierno y desprecian hasta los alimentos que se les brindan, es señal de poco tacto para negociar, que es la base elemental de la política.
Si los alcaldes del PRIAN quieren aumentar el predial en sus municipios y así agenciarse más recursos sin explicar a dónde se dirigirían, es señal de que los mueve la voracidad y no la intención de remediar problemas urbanos.
Si algunos prianistas se cierran al diálogo, prefieren la confrontación directa y piden juicio político contra el secretario de Gobierno que les ha tendido la mano, es señal de que estos priistas son mezquinos y deleznables.
Si la política se convierte en un afán de destruir al contrario y en no saber pactar, es señal de que alguien está sobrando en el espectro político local.
A estos políticos del PRIAN no los queremos ni los necesitamos. Hoy menos que nunca. Su ofensa no es contra el Ejecutivo Estatal, es contra los nuevoleoneses, y con la gente no se juega.