Donald Trump tiene a muchísimos mexicanos asustados, como se dice coloquialmente, con el “petate del muerto”.
Seguramente, muchos de tus conocidos temen que se desencadenen tiempos bastante difíciles para nuestro país; para el gobierno, las empresas y también para los ciudadanos.
A quien esto escribe le parece que esto no es cierto. Y que, más aún, con la llegada de Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América, es posible que nos vaya mejor que si hubiera ganado la trinchera contraria.
¿Por qué? No digo esto basado en un mero afán optimista y sin bases, sino sustentado en la evidencia y datos duros, tanto de lo que ocurrió en su período anterior —parece que olvidamos que ya fue presidente—, como en el análisis fino de su personalidad, de la manera en que se conduce, y del contexto norteamericano y global.
Empecemos por lo primero: Trump es el mayor populista que ha vivido la política estadounidense reciente. Y, además, es un comerciante y negociador nato. Y, por si fuera poco, vive de las DECLARACIONES incendiarias, más no, ojo, de las ACCIONES incendiarias.
Vamos punto por punto.
Es un gigantesco populista. Esto quiere decir que Trump le dice a la gente de EUA (en especial a sus seguidores, que hoy son mayoría) exactamente lo que quieren escuchar; en mucha mayor medida que lo que REALMENTE pretende hacer.
En lo que se parece Trump a figuras como AMLO es que su comunicación es clave para hacer política, y le habla al ciudadano “de a pie”, con un discurso completamente a su favor y en contra de élites y otros “demonios conocidos”, dándole la razón al ciudadano más sufrido, de una forma que sus predecesores no hacían.
Otra similitud con AMLO es que las palabras de Trump dividen y polarizan, como con frecuencia hacía el expresidente mexicano, lo que ponía contentos a sus seguidores, pues ven enfrente a un líder “valiente”.
Prefieren que sea políticamente incorrecto siempre y cuando diga las cosas “sin miedo” y ataque a los “poderes” sin estarse “cuidando”.
Pero hay una importante diferencia con AMLO: el expresidente mexicano buscaba primordialmente mantener la fidelidad de su “grey”, mientras que Trump, además de eso, usa sus declaraciones explosivas y amenazantes para NEGOCIAR con todos a su alrededor.
Quienes son víctimas de sus ataques no son necesariamente sus enemigos: pueden ser hasta sus socios comerciales (como México), pero a Trump le interesa llegar con ventajas previas a la mesa de negociación, para que su contraparte llegue debilitada y en necesidad de “arreglar algo”.
Trump, dijimos, es un comerciante y un negociador que realiza el primer “ataque” para de ahí partir; quiere tener al otro en una posición de desventaja, partiendo de su mantra de que “se han aprovechado de Estados Unidos” y “esto ya no puede continuar”, mismo que su población aplaude.
Sus declaraciones incendiarias buscan mantener fuertes las simpatías de sus bases, y, como dijimos, fortalecer su posición en la negociación, pero en muy pocos casos deben tomarse como literales.
Su intención es negociar, antes que realmente “pegar” o dañar.
Trump es comerciante, no guerrero. Es empresario, no es militar.
En un buen negocio, al final todos salen ganando, pero hay que saber negociar.
Entonces, hemos establecido que con Trump “las apariencias engañan”.
Lo otro que hay que analizar es lo que hizo él en su período anterior.
Bastante se ha difundido el dato de que Trump ha sido el presidente que MENOS migrantes mexicanos expulsó en su mandato previo.
Fueron 766,000 con Trump, contra casi 900,000 de Joe Biden; 1,800,000 de Barack Obama en su primer cuatrienio y la exorbitante cantidad de 4,300,000 con Bill Clinton en su 2do período.
Con el T-MEC de Trump, que sustituyó al TLCAN, México se afianzó como nunca como el segundo socio comercial de los Estados Unidos.
México es hoy más estratégico que nunca para EUA, y son menos los mexicanos que cruzan hacia allá (a diferencia del resto de los latinoamericanos) porque son cada vez más las empresas que vienen para acá.
Trump sabe que México tiene un gobierno federal con un respaldo popular de más del 70%, respeta eso y lo usará a su favor (hasta podríamos decir que se identifica con el populismo mexicano, aunque su ideología populista sea la opuesta).
Además, sabe que aquello que llama el “Deep state” (poderes fácticos dentro de EUA) tenía más ligas con los gobiernos mexicanos anteriores que con el actual.
Y aunque diga “misa” sobre aranceles, exportaciones mexicanas e instalación de empresas estadounidense en México, sabe que tiene que fortalecer la competitividad en Norteamérica frente al comercio chino, y para eso requiere seguir compartiendo producción y manufactura con nuestro país.
El tema de los invitados a su toma de protesta es otro mensaje populista para refrendarse frente a sus votantes y confirmarles que “rechaza la izquierda” que asocia con los demócratas, pero a la hora de la verdad él no ve ideologías políticas, sino, otra vez, negocios: comerciará con quien más le convenga.
A México le va a ir mejor con Trump porque, con sus cambios, se abren más oportunidades, porque Trump promueve una ideología que frena la agenda “woke” extrema y eso generará más balances, y porque todo indica que a Trump sí le interesa que se controle la criminalidad allá y acá, a diferencia de otras administraciones americanas que tras bambalinas parecían preferir generar división y violencia en nuestro país.
Las apariencias engañan: esa es la mejor frase para describir lo que viene con Trump. Sí creo que vienen tiempos mejores, sobre todo para México.