Han pasado dos semanas desde las elecciones de 2024, las más grandes y, seguramente, las de mayor relevancia histórica en el país.
Las más grandes, pues la fiesta de la democracia ocurrió en los 32 estados del país, donde se eligieron a 20,708 cargos locales y federales, con una lista nominal de más de 97 millones de mexicanos.
Es, sin duda, el proceso de mayor relevancia histórica, pues por primera vez tendremos a una mujer presidenta que promete consolidar el proceso de transformación del país que comenzó en 2018 con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Más aún, la transformación ha avanzado con toda su fuerza en Nuevo León.
Judith Díaz y yo, candidatos al Senado por la coalición Sigamos Haciendo Historia por Nuevo León, triunfamos, para sorpresa, no de nosotros, pero sí de encuestadoras y los “opinólogos” del estado. Aquí también Claudia Sheinbaum obtuvo el primer lugar de manera contundente y con amplia ventaja.
Más allá de nuestros resultados, es crucial reflexionar sobre el crecimiento imparable de la Transformación en Nuevo León y, a su vez, considerar las implicaciones de lo sucedido el pasado 2 de junio en la elección del Senado.
Nuestra campaña se destacó por propuestas claras, coherencia política y la confrontación directa de mitos que rodeaban a Morena y al presidente López Obrador. Este enfoque, lejos de la retórica vacía, permitió a los ciudadanos evaluar las opciones con criterios objetivos y tomar decisiones informadas.
Durante la campaña, fue evidente el entusiasmo y la esperanza de la ciudadanía en la continuidad de la Cuarta Transformación. Esta atmósfera de optimismo se hizo aún más evidente al confrontarse con una profunda frustración derivada del conflicto político que existe en Nuevo León y que vio en nuestra plataforma, en cambio, la seriedad y el compromiso para trabajar por ellos.
Frente a la frivolidad, hay un estado que demanda personas con una trayectoria que se distinga por dar resultados y que asuma, con toda responsabilidad, el enorme compromiso de representar a Nuevo León.
Frente a esta muestra de confianza por parte de los nuevoleoneses, es imperativo canalizar esa energía positiva hacia la acción concreta.
Nuevo León necesita un enfoque pragmático y colaborativo para abordar desafíos clave, como la gestión del agua, la seguridad, la movilidad, la construcción de vivienda social y la relocalización de empresas. Asimismo, es esencial garantizar los derechos y las promesas planteadas durante la campaña, como la de tener seguros justos o una educación verdaderamente gratuita, asegurando que se traduzcan en mejoras tangibles para todos los ciudadanos.
Esto sólo puede hacerse de la mano del gobierno federal y en constante coordinación con el gobernador y el Congreso federal y local.
En última instancia, las elecciones son sólo el principio. Tanto Judith y yo hemos comenzado a trabajar desde que supimos los resultados.
Hemos planteado públicamente que buscaremos tener una mesa con los senadores electos para comenzar a tender puentes para resolver el problema del agua, primero, con una agenda estatal y después regional, que incluya a San Luis Potosí y Tamaulipas.
En cuanto a seguridad, la principal preocupación de los nuevoleoneses, nos hemos comprometido a gestionar la llegada de más elementos de la Guardia Nacional en el estado, revisando cuáles son los municipios que carecen de presencia federal.
Desde nuestra campaña dijimos que trabajaríamos como personas de Estado y eso significa trabajar de la mano de diputados federales, senadores y gobernadores de todos los partidos.
El verdadero desafío hoy radica en el compromiso continuo de trabajar juntos por el bienestar y el progreso de Nuevo León, sin mezquindades personales.
Nuevo León tendrá en Judith y yo senadores de tiempo completo, cercanos a la ciudadanía y sin agendas personales, con el único compromiso de servir y transformar la vida de las y los nuevoleoneses.