No habrá un Nuevo León seguro si no frenamos las olas migratorias que demandan cada vez más atención en nuestro estado.
En los últimos años, esta ola ha ascendido entre 100,000 y 120,000 personas que pretenden instalarse aquí, con servicios públicos (por supuesto) y con exigencias de condiciones dignas de vivienda, como agua potable, transporte y áreas de esparcimiento. ¿Es posible que el Estado cubra esta creciente demanda? Solo, lo dudo. Necesitará ayuda de los otros órdenes de gobierno.
Sólo en 2024, la ola de migrantes creció en Nuevo León un 15% en comparación con el año anterior. Más gente con los mismos recursos públicos qué gastar. ¿Qué vendrá tarde o temprano? El colapso. No hay vuelta de hoja.
La ola migrante no solo obligará a construir más infraestructura, estresada por la invasión masiva de nuevos usuarios, sino que nos podría orillar a una crisis humanitaria. Lo digo con todas sus letras.
¿Nos conviene a los nuevoleoneses que nuestra Área Metropolitana sea uno de los destinos más atractivos para quienes buscan mejores oportunidades de vida? Hasta cierto punto, no. Hay un tope que no podemos rebasar de ninguna manera.
En 2024, la población de Nuevo León creció un 3.5%, equivalente a 250,000 nuevos habitantes. De seguir esta tendencia, tendremos al menos otras 250,000 personas extras este año. Sin contar con los indocumentados que Trump amenaza con deportar a México. ¿Cuántos calculas tú en ese universo de más de 11 millones de ilegales en EUA, que terminen por arribar a Nuevo León? Si, por darte una cifra conservadora, son 100,000 aproximadamente quienes terminen en nuestro estado, las condiciones de vida se nos volverán críticas, tanto desde el plano educativo como desde el plano del transporte y la salud.
En el fondo, buena parte de la culpa de este incremento exponencial de habitantes en nuestro estado (que no se debe nada más a los desplazamientos naturales de personas en un territorio determinado, fenómeno muy válido y que siempre ha existido) es el tráfico de personas.
Las cosas hay que llamarlas por su nombre.
Más del 30% de los migrantes que llegan a Nuevo León son víctimas de redes de tráfico de personas. Este rubro representa el más jugoso en ganancias para los cárteles del narcotráfico.
Dicho de otro modo, entre 30,000 y 36,000 personas están expuestas a situaciones de explotación laboral y sexual. De ese tamaño es el problema, que no se subsanará simplemente con casas de albergue a migrantes (algunos de ellos simples negocios disfrazados de filantropía).
La falta de control y regulación en las fronteras facilitó esta práctica criminal, que estresa la infraestructura, congestiona el suministro de servicios básicos y la red de transporte público (hay registro de un 20% de aumento en su demanda año con año).
De ahí que te adelanto que la percepción de inseguridad crecerá este 2025 entre nosotros, y de ahí que 65% de la población nuevoleonesa considera a la fecha que el incremento migratorio se relaciona directamente con el incremento de robos y asaltos en el Área Metropolitana de Monterrey.
¿Esta percepción refleja la realidad? Sí. Te aporto un dato interesante: el año pasado aumentaron un 10% los delitos violentos en áreas urbanas regiomontanas donde la concentración migrante es más alta. Ningún alcalde tiene respuesta eficiente a esta problemática.
¿Qué hacer? Primero, esperar a que asuma el mando Donald Trump el próximo 20 de enero para tener claro cuáles serán sus alcances reales y concretos en materia migratoria. Dicho de otro modo, qué tan graves son sus balandronadas y amenazas, y cómo pasará del dicho al hecho.
Lo segundo: hay que prepararnos con políticas enfocadas en este escenario complicado, más allá del utópico “botón de alerta” que propuso Juan Ramón de la Fuente, y ver opciones que de verdad gestionen la migración y protejan lo mismo a los repatriados que a los residentes locales, es decir, a nuestras familias. Trabajemos en conjunto con las asociaciones civiles, con las organizaciones no gubernamentales, y demos alternativas a quienes buscan refugio y empleo sin caer en las manos del crimen organizado. La situación en Nuevo León no será para menos.