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Opinión

Otro carro completo, 1971. Primera parte

Pensando en La gente

Las elecciones municipales del 5 de diciembre de 1971 resultaron un mero trámite para el PRI en los ayuntamientos de Nuevo León. Más que estar al tanto de las estrategias de la oposición, su principal preocupación fue frenar las aspiraciones de sus militantes locales y convencerlos para que aceptaran los designios del poder central. Veámoslo a continuación. 

Después de celebrar el primer informe del presidente Luis Echeverría Álvarez, el comité directivo estatal del PRI convocó a los tres sectores del partido a debatir sobre el contenido del mismo, evaluando avances y retrocesos del primer año del ejecutivo federal. La glosa se llevó a cabo el 10 de septiembre en el Auditorio Luis Gómez Z. del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, al que asistieron Luis M. Farías, gobernador del estado; el senador Pascual Bellízia Castañeda, delegado nacional del PRI; y Jesús Ayala Villarreal, presidente estatal del PRI.

En dicho evento, el delegado nacional aseguró que sería hasta el mes de octubre cuando se lanzaría la convocatoria para elegir a los candidatos a las alcaldías, y no habría adelantos de candidaturas para ningún priista: “Ningún extraño al partido debe tener injerencia en la selección de candidatos que serán postulados como síndicos, regidores y alcaldes a los ayuntamientos”.

Estas palabras sonaron huecas, porque a partir de esta fecha los dados ya estaban cargados hacia el Lic. Julio Camelo Martínez, quien fungía como secretario general de Gobierno. Nació en Monterrey el 30 de octubre de 1937, es licenciado en Economía por la UNAM y secretario general de Gobierno de junio a octubre de 1971.

Había sido oficial mayor de la Gran Comisión de la H. Cámara de Diputados en la XLVII Legislatura (1967-1970) y posteriormente fue diputado federal por el distrito VII de Nuevo León en la XLIX Legislatura (1973-1976). 

A pesar de las manifestaciones de respaldo que recibió de los tres sectores del PRI, la oposición y algunos priistas cuestionaron el poco arraigo de Camelo entre los regiomontanos y la legalidad de su posible candidatura, argumentando que, tras una larga ausencia de años, sólo tenía un mes viviendo en el estado. Para aminorar esta sonora crítica, la CROC, por medio de un desplegado del 25 de septiembre, se manifestó a su favor.

El dirigente estatal de esta central obrera, José González Alvarado, censuró a la dirigencia de la CTM por intentar sacar de la jugada a Camelo para imponer a un candidato ligado a esa central obrera. Para poner fin a esta disputa, el gobernador tuvo que intervenir para lograr lo que él llamó “unidad obrera”. En el marco de una cena entre los dirigentes de la CTM, la CROC y el gobernador, se decidió respaldarlo unánimemente.

El 19 de octubre de 1971, el PRI publicó la convocatoria para la selección de candidatos a los 51 ayuntamientos del Estado. Un día después, Camelo se registró como precandidato único para la presidencia de Monterrey, haciéndose acompañar por cerca de 20,000 personas.

En una entrevista posterior a su registro, comentó sus aspiraciones políticas y el ideario que plasmaría en la capital nuevoleonesa. Además de estar a punto de convertirse en el alcalde más joven en la historia de Monterrey, con 34 años de edad y 2 meses cumplidos, dijo: “Soy político, me halaga servir a mi pueblo y, sin vacilaciones, atendería el llamado de mi partido para llegar a ocupar un puesto de nominación popular. Creo que he trabajado y lo seguiré haciendo para merecerlo. […] Siempre para dar el segundo paso es necesario haber dado el primero”.

El 27 de octubre, ante un lleno total en la Plaza de Toros Monterrey, con un aforo de 20,000 simpatizantes, el presidente nacional del PRI, Manuel Sánchez Vite, tomó protesta de los 51 abanderados municipales. Asimismo de las altas autoridades priistas, el evento contó con la presencia del legendario matador de toros, el regiomontano Lorenzo Garza, llamado “El Ave de las Tempestades”. 

En cuanto al PAN, desde principios de agosto, dejó entrever que no participaría en las elecciones locales mientras no se revisara el padrón electoral. Su actualización garantizaría limpieza y democracia en los procesos, así como legitimidad a los gobernantes electos, según el comité regional albiazul: “El PAN no participará con candidatos mientras el Gobierno se niegue a concederle al pueblo garantías mínimas para expresar libremente su voluntad. Buscamos excluir del padrón falsos electores que, en nuestro Estado, significan más de un 20 por ciento” agregó. Mientras se decidía la participación en los comicios locales, al interior del PAN sonaron varios candidatos para Monterrey: Raúl Garza Sloan, Everardo Flores Cantú, Elías Tueme, Antonio L. Rodríguez Jr., Consuelo Botello de Flores y Fernando Campuzano.

Ante la negativa de la instancia electoral estatal, a principios de septiembre de 1971, la dirigencia viajó a la ciudad de México para entrevistarse con el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, a quien le presentaron un estudio que demostraba que había cerca de 71,000 electores ficticios en Monterrey.

El secretario aceptó el estudio, asegurando que el padrón era imperfecto, aprobando una depuración, pero rechazando la solicitud panista de levantar un nuevo censo, ya que esa competencia era solamente de los gobernadores de los estados.

En vista de no haber logrado su cometido, el 6 de octubre, el Comité Regional de Acción Nacional informó, por medio de un comunicado titulado “El Plazo se ha vencido”, que no participaría en las elecciones municipales “ya que el gobierno se negaba a depurar profundamente el padrón electoral y no existían garantías para la realización de comicios transparentes y democráticos.  

El día 24 se efectuó la Convención Municipal en Monterrey, donde se acordó no registrar planilla para la elección del 5 de diciembre. Solamente se aprobó que Antonio L. Rodríguez Jr., Pablo Sarre y Fernando Campuzano “representaran de forma no oficial al PAN en la campaña de Monterrey y llevaran a las colonias las propuestas de gobierno para los regiomontanos”.

De esta manera, el PAN se hacía a un lado, dejándole el triunfo adelantado al PRI para llevarse otro carro completo, como ocurrió en las elecciones locales de 1969, siendo la campaña un trámite para la planilla de Julio Camelo.

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