Ombligo
Sección Editorial
- Por: Luis Sampayo
- 07 Octubre 2024, 00:28
El ombligo es, según los diccionarios, la cicatriz (generalmente) redonda que queda en medio del vientre luego de que se rompe y se seca el cordón umbilical, que a su vez es el hilo conductor que nos nutre antes de tener vida; por ello, simbólicamente, es el ombligo el centro de algo, ni el principio ni el final, sino precisamente el centro de algo que generalmente es lo más importante.
Es normalmente a partir de ese centro que nutre a ese algo que ese algo va descubriendo y tomando su forma de acuerdo con la naturaleza de los elementos con los que fue nutrido para darle vida.
Un ejemplo de esta teoría, tan sencillo sería alimentar a la tierra con una semilla de aguacate y, por ende, esa tierra nos dará a su tiempo, a su forma y a su modo, un hermoso árbol de aguacate. Imposible sería, pues, que nos diera un árbol de manzanas, mandarinas, naranjas o limones. Pero partiendo del centro, ni del principio ni el final, es el ombligo el término que hemos coloquialmente secuestrado para darle nombre al centro o a la mitad de las cosas.
Luego de llegar al final del sexenio presidencial y legislativo local, el gobierno estatal ha llegado, quizás para algunos felizmente y para otros a gritos y sombrerazos, al ombligo de su período, es decir, a la mitad de su existencia.
Con asegunes en todos los órdenes políticos, pero con aciertos y avances tangibles en todos los órdenes ejecutivos, el pujante gobierno de Nuevo León, ahora sí, como quien dice, “pujando” al ombligo de su sexenio, sorteando reclamos y atendiendo otros más en un panorama ciertamente incompleto porque, así como Roma no se hizo en un día, los proyectos, obras y servicios prometidos, por cuestiones naturalmente del tiempo, aún no han llegado a las fechas presupuestadas y, por tanto, no han sido terminados.
La casualidad en el destino me hizo coincidir, a la distancia, en los pasillos de la feria del libro con el dueño sexenal de ese ombligo gubernamental, es decir, con el gobernador, el mismo día de la celebración del tercer aniversario de su gestión.
Al arribar al temporal recinto cultural, como un portentoso torero, “haciendo el paseíllo” por los corredores de Cintermex, un rostro un tanto desencajado, un poco nervioso y desangelado, por no decir un tanto apático y evidentemente cansado.
Y es que estos primeros tres años el “diestro” ha tenido que “capotear el temporal político” que él mismo y las circunstancias políticas de las fuerzas opositoras de poder le han creado, para lidiar de repente, aseada y en ocasiones aparatosamente sobre piernas, las vicisitudes propias de su quehacer gubernamental que lo ubican también, y por default, como el ombligo en el centro del juego del tiro al blanco opositor.
Y en ese juego político de la lucha de fuerzas, el que expone, sabiamente calculado el gran riesgo que implica la posibilidad de la maroma por pasarse las embestidas tan cerquita, “se la juega” una vez más ante el nuevo, bravo, feroz y codicioso burel que le saldrá por el “toril legislativo”, precisamente en el “ombligo” y centro de esta semana, que supone será para limar asperezas en pro y beneficio del nuevo Nuevo León que desde hace tres años se está construyendo.
Aunque el desgaste, agotamiento y cansancio de llegar bien capoteado en estas fechas al ombligo de su gestión se ha hecho evidente, también es evidente la voluntad y el entusiasmo de lograr ahora sí, consensos, acuerdos y compromisos con el nuevo grupo legislativo, para desatorar lo que desde hace tres años está tristemente atorado y que agobia el inminente paso de la segunda parte de su período, que se pretende sea superior en logros que su primero.
Así pues, estimado lector, apenas en el ombligo de esta administración y llegando al ombligo de esta semana, la suerte de nuestro estado se jugará de acuerdo a la voluntad de las partes, en la que esperamos que la civilidad, la cordura, el respeto, el orden y la disposición de construir un futuro positivo para nuestro estado prevalezcan por encima del pleito, la confrontación, la traición y el agandalle con el que se nutrió este ombligo durante los últimos tres años. Por hoy es todo.
Medite lo que le platico, estimado lector, esperando que este nuevo amanecer se traduzca en un reflexivo día. Por favor, cuídese y ame a los suyos. Me despido honrando la memoria de mi querido hermano Joel Sampayo Climaco, con sus hermosas palabras: “Tengan la bondad de ser felices”. Nos leemos, Dios mediante, aquí el próximo lunes.
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