Opinión

¿Nuevas tecnologías bélicas para combatir el crimen en Nuevo León?

Sección Editorial

  • Por: Eloy Garza
  • 19 Septiembre 2024, 00:10

¿Es posible combatir el crimen organizado en México y en Nuevo León con la misma tecnología sofisticada que se utilizó hace unos días contra miembros de Hezbolá? 

La pregunta puede responderse desde diversos ángulos, pero en esta columna de Eloy Garza Sin Censura la abordaré estricta y neutralmente desde el plano tecnológico. Y para eso he consultado directamente a dos especialistas regiomontanos en ciberseguridad. 

Te doy contexto: en un ataque sin precedentes, que dejó decenas de muertos y miles de heridos entre miembros del grupo libanés Hezbolá, se comprobó que, a control remoto, hicieron estallar simultáneamente equipos personales de beepers y, un día después, de walkie-talkies.

¿Por qué usaban para comunicarse los miembros de Hezbolá esta tecnología anticuada, que estuvo de moda en el occidente allá por los años setentas y ochentas? Precisamente por eso. Partían de la premisa de que este equipo obsoleto estaba libre de ser interceptado o espiado por el enemigo. 

Hasta ahora, se sabe que bandas del crimen organizado en México también utilizan esta tecnología de comunicación setentera para evitar maniobras de espionaje de sus acciones ilícitas. 

¿Pero cómo operó este ataque sin antecedentes en la historia de las conflagraciones y los ataques bélicos que cambiará por completo la forma de combatir en la geopolítica? Aquí te lo explico con la ayuda de estos dos expertos en ciberseguridad. 

La operación para provocar la explosión simultánea y a distancia de los  dispositivos de bíper se valió de varias capas tecnológicas  y tácticas. A grandes rasgos, tal parece que se trató de una manipulación física de los dispositivos desde su diseño en las fábricas y no interviniendo a distancia los dispositivos. 

De acuerdo con las primeras pesquisas (todo es especulación), un envío de beepers identificados como modelo AR924 de la empresa taiwanesa Gold Apollo, se vendieron a través de terceros en mercado negro a organizaciones político-militares en Líbano. Una vez adquiridos estos aparatos personales, ya contenían explosivos en reducidas cantidades junto con un detonador alojado en la batería de litio.

Dicho de otro modo, las detonaciones las provocaron microexplosivos, extremadamente pequeños pero potentes, lo suficiente para generar una explosión localizada capaz de causar daño simultáneo sin llamar la atención antes del estallido. Estos explosivos pudieron ser de plástico, diseñados para ser activados remotamente. 

Con la modificación del hardware, la detonación contó con alta precisión gracias a  las señales externas de radiofrecuencia que se monitorearon sin interferir con el funcionamiento del bíper. 

¿Qué pretende provocar en las víctimas este tipo de ataque tecnológico de última generación? 

Un efecto psicológico y estratégico de pánico e impotencia que escala los cuantiosos  daños físicos, evidenciando que los sistemas de comunicación del enemigo no son seguros, y generando desconfianza interna. 

Sin embargo, les aclaro a los expertos en ciberseguridad que subyace un error en la iteración (es decir en la repetición a escala) de este operativo ultramoderno, y es que después de lo sucedido en el Líbano, difícilmente un ejército formal o informal seguirá usando este tipo de tecnología para sus comunicaciones internas o clandestinas. 

De manera que la explosión simultánea a distancia con resultados tan atroces se utilizó y se desechó como táctica terrorista por única vez. Sin embargo, ya hallarán nuevas formas de combatir cibernéticamente al enemigo. La tecnología de la guerra nunca termina y sus innovaciones dañinas nunca.

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