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Opinión

No se hagan bolas: terrible pérdida o terrible triunfo

Columna Invitada

Empecemos con el positivismo, TRIUNFO ARROLLADOR. Pero, ¿de quién fue el triunfo? o ¿de quién fue la derrota, en su defecto? El triunfo fue de nada más y nada menos que de Andrés Manuel López Obrador, el presidente de la República Mexicana.

Pues cómo no, si él impuso la marca, la leyenda, los actores en escena, el dinero, las condiciones políticas, los discursos, las descalificaciones y demás actos previos (legales e ilegales) de una jornada electoral del tamaño histórico que acabamos de presenciar y vivir en carne propia.

El presidente López desde hacía más de 5 años atrás le champó a la sociedad mexicana quién sería su sucesora. El circo, maroma y teatro lo armó junto con sus principales compinches: Fernández Noroña, Marcelo Ebrard, Adán Augusto, Ricardo Monreal y Manuel Velasco. Buenos para la actuación; pero no mejores que AMLO.

AMLO vendió superbién, y de qué manera. Compró la marca y la registró sin miramiento alguno; desde Palacio Nacional dictó las reglas a seguir. Dijo cómo y cuándo empezar la campaña presidencial. Es más, hasta “escogió” a su adversaria: Xóchitl Gálvez. ¿Y Movimiento Ciudadano? Fue la comparsa que le funcionó a la perfección; obtuvo más de 10 puntos porcentuales de la votación presidencial. Le salió bien el tiro a Dante Delgado (a AMLO, mejor dicho).

Avasalladora, arrogante y flamante elección la del 2 de junio. Treinta y dos puntos porcentuales de diferencia entre el primero y segundo lugar. 

Algo jamás visto en la historia de las elecciones presidenciales en México en estos 200 años de independencia. Pero, ¿qué tuvo que hacer el presidente López Obrador para tal efecto? Simple y sencillo: TEJER SU SUCESIÓN DESDE EL PRIMER DÍA DE SU MANDATO. 

Debió de haber pactado con: los industriales, los del narco, EUA y los líderes (¿?) sindicales del país, entre otros más personajes físicos y morales. ES UN VERDADERO GENIO PARA LA POLÍTICA. Derribó, por mucho, a Salinas y a sus aliados en 1988. Incluso, a sus más férreos enemigos: FOX, CALDERÓN Y PEÑA. Aunque éste último no se metió, aparentemente.

Bueno, pero ¿cuál fue el mérito de Claudia Sheinbaum? Pues, aparentemente nada. Sólo ser la elegida “de los dioses del Olimpo”. Recordemos que, desde “las mañaneras” (su plataforma de comunicación diaria) AMLO destapó a “esta corcholata” desde mucho tiempo atrás; incluso, mandó pintar casi todas las paredes disponibles de México con la famosa leyenda: #EsClaudia. 

Así estampó su propia marca. El próximo presidente será una mujer. Hoy, ese cuento, se hizo realidad.

¿Cómo dictar que fue un fraude si más del 62% de los votantes lo hicieron por la Dra. Sheinbaum? Imposible hacerlo. Ante esta cantidad de votantes, no existirá recurso legal alguno que la tumbe. 

Lo que sí se deben de corregir y remediar son las incidencias en todos los casos aplicables. Se recontarán el 60% de los distritos federales; es decir, 180. Sin embargo, ello jamás corregirá la elección presidencial. La voluntad de los mexicanos (aunque fuese pactada de esa forma) fue votar por CLAUDIA SHEINBAUM. Y así fue. Como la melodía de Juan Gabriel.

¿Y qué le pasó a Xóchitl Gálvez, Marko Cortés y Jesús Zambrano; candidata y líderes de la alianza PRI, PAN y PRD? Primero que nada, no superaron la vieja práctica de candidatear a gente del pasado y con “mala” reputación. Aspecto que, entre otros, AMLO lo señalaba, entre otras cosas, una y otra vez hasta el cansancio en sus discursos mañaneros. Juntos, los 4, no pudieron descifrar y tejer la estrategia

de ataque contundente para minimizar la popularidad de Claudia. Fueron muy tersos en sus misiles. Lejos de hacer daño, le dieron más fuerza de acción.

Muy bien y ¿los actos de corrupción de algunos gobernadores, los narcos actuando impunemente en varios estados de la República, los milloncitos que presuntamente robaron los hijos del Presidente, y los sobrecostos de las magnas obras presidenciables, entre otras cosillas? 

A la población mexicana no le importó; “al fin y al cabo aquí en México siempre es lo mismo”, “todos los gobernantes roban”; en todos los sexenios anteriores siempre han robado; “el narco ya tiene años de existir y extorsionar”; bueno, pues hoy también “queliahace”. Estas fueron las respuestas de justificación y de apoyo hacia el movimiento morenista.

Lo altamente preocupante es que la sociedad mexicana le está dando “UN CHEQUE AL PORTADOR Y EN BLANCO A CLAUDIA SHEINBAUM. Tendrá, muy probablemente, mayoría calificada en el Congreso de la Unión. 

“Cristo Crucificado, agárranos confesados”. De este escenario se desprenderán las reformas inminentes en el INE, EL PODER JUDICIAL, LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA, LA DESAPARICIÓN DEL INAI; sólo por citar algunos ejemplos. Y, entonces ¿qué pasó con que tendríamos el mejor sistema de salud del mundo, incluso mejor que el de Dinamarca, con el esclarecimiento de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, con la caída de la Línea 12 del Metro en la CDMX, las presuntas tropelías de Rocío Nahle, del pésimo gobierno de los mandatarios de Veracruz y de Morelos (cuyos jefes máximos fueron Cuitláhuac García y Cuauhtémoc Blanco, respectivamente), la inseguridad en el país entero, etcétera? 

No “pos” nada. Aquí no pasó absolutamente nada.

Insisto, más del 60% de los votantes mexicanos le dieron el poder total al tlatoani AMLO y a su “corcholata preferida” para hacer y deshacer en nuestro querido México. Así de fácil y sencillo.
OK, OK; ahora, ¿qué pasará con el PAN, PRI y PRD? La respuesta es: o se renuevan total y absolutamente o esta es una crónica de su muerte (política) anunciada.

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