En mi oficio se practica con particular entusiasmo la prosopopeya, en la modalidad de pomposa exageración; particularmente en los reporteros nuevos.
Todo incendio tiene que ser dantesco, no hay arma que no sea descomunal, verano que no se califique de infernal, ni otros vientos que los hurcanados. Las elecciones, cualquiera que sean, ya tienen garantizadas el calificativo de históricas.
Pese a lo arriba escrito es mi obligación reconocer que las elecciones que tendrán lugar en mi país dentro de tres semanas dejan mojones históricos. Los simplistas apuntan a que por primera vez, y eso es inevitable, una mujer será presidenta de México. ¿Y qué? la presencia de la mujer en los puestos de mando tiene sustento histórico.
¿No nos dice nada los nombres de Sirimavo (Sri Lanka hace 66 años), Indira (India, 58) o Thatcher (Gran Bretaña, 45) para entender que sólo en repúblicas bananeras no se reconoce que el machismo político pasó a la historia?
A mi juicio, estas elecciones de junio 2 marcan la quiebra total del sistema electoral mexicano y tendrá que provocar una reconstrucción voto por voto, casilla por casilla.
Para comenzar, y a todos los niveles de los puestos en disputa, nadie votará por los partidos sino por las personas. De ahí el tan temido voto cruzado. Sí voto por ti para el Senado, Colosio MC, pero no por Samuel (Mariana) para tu alcaldía.
Eso se traduce, de entrada, en la muy posible desaparición de un par de rémoras electorales, concretamente lo que queda del PRD y el negocio de Anaya que se llama Partido del Trabajo.
Datos que agradezco al diario El Horizonte: entre las elecciones de 2018 y las de 2021 perdieron su registro –aunque aparecían en coaliciones– los partidos Fuerza por México, Redes Sociales Progresistas, Partido Encuentro Solidario, Encuentro Social y Nueva Alianza. ¿Los recuerda?
Morena no es un partido político, es una secta mesiánica con un carismático personaje.
No obtuvieron el 3% de votos que la ley electoral –que habrá de cambiar– exige para seguir mamando de los subsidios que nuestros impuestos pagan a los partidos que tienen registro. En similar situación hoy se antoja estar el PRD y el PT.
Lo cual no debiera ser motivo de júbilo en la casa de enfrente. Los partidos políticos mexicanos, todos, arrastran un desprestigio y rancio hedor de los que no podrán salir más que extinguiéndose de manera voluntaria. Me cuesta mucho trabajo imaginar en estos tiempos a un joven, como los que conocí cuando yo lo fui, emocionado por pertenecer al PAN, al PRI o al Partido Comunista Mexicano. Esas vergüenzas se ocultan, diría hoy mi abuela para referirse a los genitales. Que eso es precisamente de lo que carecen los partidos.
Vienen las elecciones que van a ser de rechupete porque el caudillo no reconocerá derrota. Si se puede habremos de superar la transición, que no va a ser tersa, de la dictadura patriarcal a una forma menos ruda de reconciliación nacional. Esta es inevitable en un país polarizado e iracundo, si no queremos otra fatal guerra civil en nuestro país Luego de evitarla, los mexicanos dignos tenemos que trabajar en el rediseño de nuestra patria.
Con una nueva Constitución moderna; marcando severamente la separación de los operadores del poder. Diseñando un sistema electoral menos corrupto, y en cambio, eficiente. Como dice el poeta Rafael de León, buen coplista español de la generación del 27, en Me lo dijeron ayer: con eso tengo bastante.
PARA LA MAÑANERA (porque no me dejan entrar sin tapabocas): El ternurita de Máynez, que se avergüenza de su apellido paterno por razón que él sabrá, me conmovió con su promesa electoral en Colima. Dijo que cuando él sea presidente, las escuelas públicas en el país iban a tener aire acondicionado para soportar la calor. Alguien que le informe de cuántas primarias en México no tienen agua. Ni ventanas. Ni pizarrones. De excusados no hablo.
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