Hablemos de cómo se puede utilizar el pan molido de formas creativas y deliciosas.
Hace unos años, en un curso de panadería, el chef nos hablaba sobre la vida útil del pan. Nos decía que un buen pan tenía uno o dos días para uso fresco, otro par para uso en tostado y posteriormente como pan molido.
Justamente hace unos días, me salió una receta en redes que aprovechaba el pan molido para acompañar unos brócolis rostizados y me puso a pensar en las todas las posibilidades de uso que tiene el pan molido en nuestras cocinas.
Obviamente, una de las primeras que se nos viene a la mente es utilizarlas para empanizar. A pesar de que freír puede ser considerado poco beneficioso para nuestra salud, creo que muy pocos de nosotros se atreverían a negar que es delicioso.
Una milanesa, una pechuga de pollo, camarones y pescado, son tan sólo unos ejemplos de cosas que quedan riquísimas, empanizadas y fritas.
El pan molido, también se utiliza en conjunto con carnes molidas, para darle textura a algunas preparaciones como las albóndigas, pasteles de pan, a veces para las hamburguesas y en algunas recetas clásicas, para rellenos.
Otros usos un poco menos conocidos, son como componentes de masas, como es el caso de los passatelli italianos. Estos se componen de pan molido, huevo y queso parmesano, que se pasa por algún utensilio con perforaciones directamente sobre un caldo caliente. Sencillo, pero reconfortante y delicioso.
El pan molido, también se utiliza para añadir un elemento crujiente en preparaciones horneadas, en el mac and cheese norteamericano (cuando se hornea), o en el cassoulet francés se espolvorea una capa de pan molido con algo de grasa.
Y hablando de estos usos, les voy a platicar de uno de mis favoritos. En Italia, tradicionalmente, no se acostumbra mezclar las preparaciones con mariscos con quesos. Entonces ¿cómo terminan sus pastas de mariscos? Una opción es precisamente una preparación de pan molido.
En un sartén, se calienta un poco de aceite de oliva y se tuesta pan molido se retira y se reserva.
En el mismo sartén con un poco más de aceite de oliva se agrega ajo, chile seco (como el de las pizzas), cuando empiece a calentar el aceite, se agrega anchoa picada, se cocina por unos minutos y posteriormente se reincorpora el pan molido.
Sólo es necesario incorporar bien los ingredientes y se retira del fuego, una vez fuera, se incorpora perejil. Esta mezcla, además de ser perfecta para terminar pastas en las que no se desea agregar el potente sabor del parmesano, puede utilizarse para sazonar verduras rostizadas, como la receta que me llevó a escribir esta columna.
El pan molido es una de múltiples formas que tenemos para maximizar la vida útil de nuestros ingredientes (y desperdiciar menos comida), los invito a que prueben estas “migajas” de pan sazonadas. Si necesitan la receta completa, con gusto se las paso. ¡Provecho!