El comercio entre México y Estados Unidos es una pieza fundamental de la economía de ambas naciones.
A través del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), los lazos económicos han crecido exponencialmente, y hoy nuestro país es el principal socio comercial de Estados Unidos.
Este vínculo va más allá de cifras y acuerdos: es un motor de crecimiento, generador de empleo y garante de estabilidad para millones de personas en ambos lados de la frontera. Nuestra relación no sólo es importante a nivel nacional, sino también para estados clave de la nación americana.
Diez de los estados más importantes del país tienen a México como su principal socio comercial: Alabama, Arizona, Kentucky, Louisiana, Michigan, Mississippi, Missouri, Nuevo México, Texas y Utah. Estos estados dependen de los vínculos comerciales con México para el desarrollo de sus industrias, desde la manufactura automotriz en Michigan hasta la agroindustria en Arizona.
En total, la relación comercial con estos diez estados representa un intercambio de aproximadamente 260 mil millones de dólares anuales.
Particularmente, Texas es el estado que más se beneficia de su relación con México. Con un intercambio comercial de 146 mil millones de dólares, el comercio con nuestro país representa el 40% de su comercio exterior. Esto significa que cuatro de cada diez dólares que Texas comercializa con el mundo provienen del comercio con México. Además, una gran parte de la economía texana se sostiene en el sector de servicios, donde el consumo de los mexicanos juega un papel fundamental. Más de un millón de texanos tienen empleo gracias a esta relación comercial, desde trabajadores de la industria maquiladora hasta empleados del sector turístico y de ventas.
La experiencia demuestra que cortar o reducir esta relación tendría consecuencias devastadoras. Un ejemplo claro de esto se vivió durante la pandemia de COVID-19, cuando el cierre de fronteras desplomó la economía de Texas y, particularmente, afectó a ciudades fronterizas como McAllen, Laredo y Brownsville. El impacto fue inmediato: negocios cerraron, el desempleo aumentó y los comerciantes texanos clamaban por la reapertura de la frontera.
Ser el principal aliado comercial de Texas no es cualquier cosa. Estamos hablando de una de las economías más potentes de nuestro país vecino y también a nivel mundial. De acuerdo con el Gobierno del Estado de Texas, su economía está valorada en 2.4 billones de dólares, lo que la posiciona como la octava economía más grande del mundo. Si Texas fuera un país independiente, superaría a economías como la de Rusia.
En este contexto, resulta alarmante que algunos sectores en Estados Unidos busquen imponer barreras comerciales que afectan esta relación bilateral.
Reducir el comercio entre México y Estados Unidos sería un error costoso y contraproducente. En lugar de imponer restricciones, debemos apostar por una mayor integración económica, inversiones estratégicas y una logística eficiente que permita el flujo ágil de bienes y servicios. Esto implica modernizar la infraestructura fronteriza, agilizar los procesos aduaneros y promover iniciativas de cooperación entre los sectores público y privado de ambos países.
La estabilidad económica de Estados Unidos y México depende, en gran parte, de una relación fuerte entre ambos países. A través de acuerdos comerciales justos y una visión compartida de prosperidad, podemos garantizar un futuro de crecimiento y estabilidad para millones de ciudadanos en ambos lados de la frontera.
La solución es clara: más comercio y más cooperación, no menos.