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Opinión

‘Se aprende a amar… jugando’

Familia Viva

Qué curioso que los recuerdos más bonitos que tengo con los que más quiero, son recuerdos de momentos en los que estábamos jugando. Vamos a hacer un viaje al pasado y juntos vamos a tratar de traer una o dos memorias junto a alguna persona especial de tu infancia.  

Yo empiezo. Cierro mis ojos y el primer recuerdo que me viene a la mente es una tarde de otoño, atardeciendo, estoy con mi mamá en un parque y estamos en una canastilla tipo de esas que son como columpios grandotes. Ella sentada frente a mí, sonríe y me dice, eres mi mejor amiga. Segundo recuerdo. 

Una mañana de domingo, voy de la mano de mi papá a un museo con un tren afuera (este lugar sigue existiendo, es ahora una Casa de la Cultura o Museo de la estación del Golfo).

Entramos, me siento en su regazo y vemos una obra de teatro guiñol con marionetas de las que metes la mano como dentro de un guante, pero es un personaje de la historia. Creo que desde entonces amo el teatro y los parques.

¿Porqué te cuento esta historia? Porque a mis 43 años, puedo traer a mi memoria dos momentos muy claros que hacen sentirme amada, feliz, plena. Fui una niña muy afortunada de crecer en una familia con un ambiente sano y amoroso. Freud decía que: “Infancia es destino”, que quiere decir que las vivencias que vivas en tu infancia, pueden definir en gran parte en lo que te conviertes cuando creces. 

Ahora sabemos que hay muchos neuromitos, que son creencias que teníamos de cómo funcionaba la mente y que gracias a las nuevas investigaciones, esto ya no está vigente. Por ejemplo tu cerebro y el mío y el de los que te rodean, tienen una capacidad especial para seguir aprendiendo cosas nuevas. 

A esta habilidad de la mente se le llama “Neuroplasticidad”. Así que si tus recuerdos de infancia no son positivos, cálidos o amorosos, siempre puedes volver a crear nuevos caminos neuronales para redefinir ciertos conceptos relacionados con tus afectos o tu forma de amar y ser amado. 

Para construir esos nuevos caminos, hay muchas opciones: experiencias positivas, rodearte de personas que te sumen y no te resten, la forma en que piensas o conversas contigo mismo y muchas más, pero mi forma favorita para crear caminos neuronales que se conviertan en experiencias y recuerdos para toda la vida es: Jugar.

Por eso cuando pienso que mi infancia como te comenté en el principio de este artículo, como pudiste leer, pensé en momentos de juego con mis papás, en momentos en que sólo estaba yo con cada uno, la atención completa estaba en mí y estábamos en un ambiente de juego. 

Súmale que no teníamos un electrónico en la mano, porque todavía no existían. No fue la cantidad de veces que hicimos el mismo plan, ni tampoco la duración del tiempo, ni si quiera el precio de la experiencia. Fueron momentos simples, amorosos, sin prisas, con alguien especial. 

Esta semana en nuestro: Familia Viva Podcast. Hablamos de la importancia del juego en familia y de sus beneficios. Si supiéramos de qué forma los momentos de juego crean vínculos y enseñan habilidades para la vida,  yo creo que buscaríamos y defenderíamos ese tiempo en familia aún más.

Llevo años investigando sobre el tema del juego y hay muchos estudios que avalan la importancia en los niños para un crecimiento adecuado. Hace unos años en el Museo Marco asistí a un congreso sobre Juego (ojalá se vuelva a organizar algo parecido), a mi me cambió la vida escuchar a los conferencistas extranjeros.  

El primero que habló fue el psiquiatra estadounidense Stewart Brown, autor del libro “Play” y fundador del Instituto Nacional del Juego (National Institute for Play). Te cuento la impactante historia que lo llevó a fundar este importante instituto en Estados Unidos. Cuando él hacía prácticas como asistente de un profesor de Psiquiatría, formó parte de una comisión para investigar una devastadora masacre que sucedió en la ciudad de Austin TX en 1966. 

Charles Whitman, un jóven de 25 años con un IQ alto, familia estable, sin ningún antecedente penal, subió a la torre de un reloj dentro de la Universidad de Austin y disparó durante varios minutos, dejando sin vida a 14 personas y  31 personas heridas, entre ellas su madre y su esposa, a quienes asesinó antes de subir a la torre. 

Cuando se hicieron las indagaciones sobre lo que lo había llevado a realizar esta masacre, se dieron cuenta que tuvo una crianza extremadamente rígida, por parte de su padre.

Y entre los descubrimientos, se dieron cuenta que era un niño que no jugaba, ya que eran tan altas las exigencias y las expectativas de sus padres, que la mayor parte del tiempo estaba en clases y actividades con un nivel competitivo alto. 

Uno de los investigadores era Stewart Brown, que marcado por este lamentable suceso, siguió buscando respuestas en otros casos y decidió fundar el Instituto Nacional para el Juego en Estados Unidos.

Desde entonces hacen investigación, divulgación y programas que ayuden a promover los beneficios del juego, si te interesa conocer más, la página del instituto es: www.nifplay.org. Hoy más que nunca, necesitamos invertir tiempo, sin prisa para vernos a los ojos, tirarnos de panza a jugar con legos, con muñecas, con carritos o pintar con crayolas. 

El tiempo que inviertas en jugar con tus hijos, les está construyendo y haciendo conexiones neuronales que no te puedes imaginar. Imagina a tus hijos a sus cuarenta años, recordando como hoy yo lo hago, esos momentos que hoy estás viviendo junto a ellos. Asegúrate que sean momentos simples, amorosos, de conexión y atención.

Cuidemos a la infancia con la ternura y el respeto que se merecen.  Si quieres saber más sobre este tema del juego te invito a que escuches nuestro podcast, ve a youtube y busca: Familia Viva Podcast, episodio 2 y por ahí nos vemos y te seguimos contando sobre muchos otros datos interesantes sobre el juego y las maravillas que hace en niños, adultos y familias.  Escríbenos a familiaviva@marysolflores.com o síguenos en redes sociales como: @familiaviva.mx

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