En sus buenos tiempos, a Fernando Canales Clariond lo sacaron a rastras del Palacio de Cantera por denunciar los fraudes del PRI. Ahora, el panista, que no cuajó en leyenda, se arrastra para defender al PRI y abanderar al partido tricolor contra Samuel García, acusándolo de “mal manejo de las finanzas estatales” y de “ir en retroceso”.
Triste es llegar a viejo y más triste es no llegar. Triste es llegar al ocaso de una vida defendiendo al PRI, que tanto combatió, y más triste es hacerlo por oficio, sin que nadie se lo mande ni se lo pida.
Sacan a rastras a los toros, lentamente, tras una buena faena, y se arrastran quienes envejecen mal después de vivir, que, a veces, es faena larga y vergonzosa. Habría que hacerlo con una pizca de dignidad.
“Yo no soy bombero”, respondía Canales siendo gobernador cuando le pedían hacer algo para sofocar los fuegos forestales. Y ahora se cree antibombero incendiando sin necesidad los posibles acuerdos y banderas blancas entre bandos locales.
Canales acusa a Samuel García de endeudar el estado, cuando a él lo sacaron a media gestión como gobernador, por sus malos resultados y su endeudamiento sin sustento.
Canales acusa de intolerante a Samuel García y dividir al Estado por “confusión mental”, cuando, siendo gobernador, Canales dividió al Estado por “confusión mental” y no era tolerante con la oposición; los insultaba, los mancillaba, los amenazaba por teléfono. Y luego se arrepentía cuando le grababan sus amenazas.
Canales provocó el retorno del PRI al Palacio de Cantera, tras su trunca y desafortunada administración, porque derrochó su prestigio, pasando de joven demócrata a mal gobernador.
Canales comenzó como demócrata arrastrado por las fuerzas del orden represor y ahora arrastra su cobija defendiendo lo que tanto condenó.
Dicen que la política es puro teatro. La obra teatral de Canales comenzó bajo el género del drama y acabó como comedia: farsa y vodevil. Ojalá alguien le corrija su guion.