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Opinión

Los ciberpunks, Cuarta parte

Buhedera

“William Gibson, con su novela Neuromancer, es probablemente el más famoso escritor conectado con el término. El estilo enfático, la fascinación con la superficie, la ‘apariencia y sensación’ de futuro y la atmósfera ya tradicional en la ciencia ficción son vistos como la ruptura y a veces como ‘el trabajo arquetípico del ciberpunk’. 

Neuromancer fue galardonada con los premios Hugo, Nébula y Philip K. Dick. De acuerdo con el archivo de la jerga, ‘la total ignorancia de Gibson acerca de computadoras y la cultura hacker actual le permitieron especular sobre el rol de las computadoras y hackers en el futuro de modo que ambas son desde entonces irritantemente ingenuas y tremendamente estimulantes’.

Tempranamente, el ciberpunk fue aclamado como una ruptura radical de los estándares de la ciencia ficción y una nueva manifestación de vitalidad; sin embargo, poco tiempo después surgieron muchos críticos para cambiar su estatus a ‘movimiento revolucionario’. 

Estos críticos dicen que la ciencia ficción de la ‘nueva ola’ de los años 60 era mucho más innovadora en cuanto a estilo y técnicas narrativas. Además, mientras el narrador de Neuromancer pudo haber tenido una ‘voz’ inusual para la ciencia ficción, se pueden encontrar muchos otros ejemplos anteriores a este: la voz narrativa de Gibson, por ejemplo se asemeja a la del actualísimo Raymond Chandler en su novela El gran sueño (1939).

Otros consideran que los rasgos considerados únicos del ciberpunk, de hecho se pueden encontrar en trabajos más antiguos de otros escritores, de los que podemos citar James Graham Ballard, Philip K. Dick, Harlan Ellison, Stanislaw Lem, Samuel R. Delany e incluso William Burroughs. Por ejemplo, los trabajos de Philip K. Dick contienen temas recurrentes de decaimiento social, inteligencia artificial, paranoia y líneas ocultas entre la realidad y una especie de realidad virtual; la película ciberpunk Blade Runner está basada en uno de estos libros. Humanos vinculados con máquinas son el cimiento de la novela Wolfbane de Frederik Pohl y Cyril M. Kornbluth (1959) y Criaturas de luz y oscuridad de Roger Zelazny (1986).

En 1994, el académico Brian Stonehill insinuó que la novela El arco iris de gravedad de Thomas Pynchon ‘no sólo insulta, sino plagia a los precursores del ciberespacio’. Otros importantes predecesores incluyen a dos novelas muy celebradas de Alfred Bester, El hombre demolido y Las estrellas, mi destino, así como la novela Nombres verdaderos, de Vernor Vinge. En esta década, el escritor brasileño Fausto Fawcett publica sus primeras novelas.

El escritor de ciencia ficción David Brin describe el ciberpunk como ‘(...) la campaña de promoción gratuita más fina emprendida a nombre de la ciencia ficción’. Esto pudo no haber atraído a los ‘verdaderos ‘punks’’, pero atrajo a muchos nuevos lectores y dispuso la clase de movimiento que la literatura posmodernista buscaba comentar (una ilustración de esto es el Manifiesto Cyborg de Donna Haraway, un intento de construir un ‘mito político’ usando cyborgs como metáforas de la ‘realidad social’ contemporánea). 

El ciberpunk hizo más atractiva la ciencia ficción para los académicos, argumenta Brin. Además hizo a la ciencia ficción más lucrativa para Hollywood y las artes visuales en general. Aun cuando su ‘importancia retórica y quejas de persecución’ por parte de los aficionados al ciberpunk era irritante en el peor y chistoso en el mejor de los casos, Brin declara que ‘los rebeldes pusieron las cosas patas arriba; estamos en deuda con ellos [...]’. Pero, él pregunta ‘¿Fueron ellos originales?’.

El futuro ciberpunk inspiró a muchos escritores profesionales que no se encontraban entre los ciberpunk ‘originales’ al incorporar ideas ciberpunk en sus propios trabajos, tales como Walter Jon Williams con Hardwired y Voz del torbellino, y George Alec Effinger con su obra Cuando la gravedad falla. Mientras nuevos escritores y artistas empezaron a experimentar con ideas ciberpunk, nuevas variedades de ficción emergieron, a veces manejando el mismo nivel de crítica que las historias del ciberpunk original. Lawrence Person escribió en un ensayo publicado en el foro de Internet Slashdot:

Muchos escritores que crecieron leyendo en 1980 ahora están publicando sus historias y novelas. 

Para ellos el ciberpunk no fue una revolución o una filosofía alíen que invadió la ciencia ficción, sino que era otro sabor de la ciencia ficción”.

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