Este domingo arrancó el WTA Finals en Cancún, un torneo que debería ser el emblema principal del circuito femenil de tenis.
Y digo debería porque en los últimos años las decisiones que han tomado los directivos de la WTA nos dan una idea contraria, pues han repercutido, y mucho, en el éxito o fracaso de este evento en cualquier lugar del mundo en que se realicen.
Como contexto, el WTA Finals es el torneo de fin de temporada al que acceden sólo las ocho tenistas con mejor desempeño en el año de acuerdo al ranking mundial, además de las ocho mejores parejas con las mismas características.
Es el evento insignia de la WTA porque es el de más alto rango que pertenece al circuito, pues los demás como los Grand Slams los rige la Federación Internacional de Tenis y los 1000 que son los de mayor nivel son franquicias que pertenecen a la empresa que los organiza.
Los problemas con este evento iniciaron cuando el circuito decidió imponer un veto a China a finales del 2021 a consecuencia del caso Shuai Peng, una tenista que publicó que había sido víctima de abuso sexual por parte de un político de su país y luego desapareció.
Tras esto, la WTA pidió explicaciones al gobierno chino y demandó la reaparición de la jugadora, y mientras que esto no sucediera retiró todos los torneos de su territorio, incluyendo el WTA Finals que en el 2019 se realizó por primera vez en la ciudad de Shenzhen y al año siguiente se suspendió por la pandemia.
En el 2021 Guadalajara tomó la organización a mes y medio aproximadamente de su realización y no hubo problemas mayores pues meses antes la ciudad había organizado un torneo WTA 250 y las instalaciones casi estaban listas.
Al año siguiente, la WTA tomó la decisión de organizarlo en Fort Worth y en cuanto a instalaciones no hubo problemas, sin embargo, resultó en un torneo desangelado con poco público en las gradas al realizarse en una ciudad con poca tradición en torneos de tenis, además del poco tiempo que tuvieron para promocionarlo.
A ocho semanas de que iniciara, este año Cancún fue anunciado como sede, sin embargo, la ciudad no contaba con cancha ni estadio y tuvieron que construir uno desde cero teniendo como resultado que estuviera lista apenas a un día para que arrancaran los partidos.
Esto provocó los reclamos de las jugadoras al no tener el tiempo suficiente para entrenar en la cancha donde iban a disputar los partidos, algo esencial para ellas.
Las promotoras principales de la sede de un torneo son las propias jugadoras, quienes se convierten en embajadoras de la ciudad donde se realizan, y en Cancún son ellas mismas las que se han quejado que hay pocas canchas (2) para entrenamientos y que la principal no estuviera lista a tiempo para entrenar.
El problema es que México está pasando por un momento importante en cuanto a la organización de torneos WTA se refiere, pero el país quedará muy mal parado en imagen por situaciones o malas decisiones del mismo circuito.
Esperemos que esto no les cobre factura a los organizadores de torneos WTA en México, tomando en cuenta que ciudades como Tijuana y el Estado de México se unirán a la lista.
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