Nosotros le damos significado mediante nuestros valores individuales, creencias, relaciones, profesiones, pasatiempos y otras experiencias de vida.
En un mundo tan lleno de competencia y un marketing sólido y extravagante, tan lejano de la realidad, es muy común confundir el término mediocre con el de suficientemente bueno.
Y es verdaderamente un desafío romper con los cánones culturales que nos exigen y nos venden siempre un sueño inalcanzable.
Existe toda una industria que constantemente te invita, motiva y hasta cierto punto obliga a ir por más: Más dinero, más belleza, más títulos, más carros o cuando menos más nuevos, y pareciera que siempre estamos corriendo para el siguiente… otro.
Incluso fuera del consumismo, también está lo psicosocial, mejores padres, mejores parejas, mejores hijos, más inteligentes, con más habilidades, con más oportunidades… y hay que ir por más porque si no serás tachado de indisciplinado, de poco generoso, de poco sensible y de poco empático.
Aceptando lo suficientemente bueno, en realidad es un excelente término, tan flexible que podemos aplicarlo a todas las áreas de nuestra vida, pero el verdadero trabajo es aceptar lo que nos toca vivir con suficiente gracia y entusiasmo.
Antes de profundizar quiero aclarar que hay una diferencia abismal entre el suficientemente bueno y el mediocre, el primero nos habla de realidades, de esfuerzos y de compromiso, nos dice que hay que esforzarse cada día, pero también que las cosas pueden tener un tope y que no por eso es malo.
En caso del segundo no existe nada de eso.
El suficientemente bueno es una práctica de vida, yo puedo esforzarme y comprometerme en mi trabajo o en mi relación de pareja y es cierto quizá estas dos áreas cubran un 85% de mis necesidades expectativas, quizá en mi cabeza los había imaginado o fantaseado con un 100% de satisfacción, pero mi realidad me marca otro porcentaje y esto no es malo, es lo suficientemente bueno para continuar intentando.
Aunque no lo crean también en terapia es un término que usamos algunos psicólogos de forma muy puntual: ¿Cuánto es suficientemente bueno para ti?.
La mayoría caemos en las trampas del romantizar, soñar o incluso querer imitar perspectivas o realidades inalcanzables, y que sucede… nos sentimos vacíos, ansiosos e incluso deprimidos, llevándonos a claudicar a la menor provocación, arrastrándonos a un bucle de insatisfacción constante que no podemos detener.
Pero se nos olvida que el que pone la marca soy yo, el que decide hacer funcionar las cosas soy yo, el que decide ser feliz con lo que tiene soy yo, por esta razón no debemos estar a la búsqueda de la falsa perfección, disfrutar y gozar de nuestro 80 o 85% y sorprendernos cuando ese 100% haga su aparición casual.