Hace algunos días, Genaro García Luna fue sentenciado a 38 años y 8 meses de prisión en la Corte de Nueva York, tras haber sido declarado culpable de cargos por narcotráfico, delincuencia organizada y falsificación de documentos. El juicio de García Luna ha sido una afrenta para los mexicanos que vivimos el terror de la violencia generada por la llamada “guerra contra el narco”, iniciada por Felipe Calderón a través de su secretario de Seguridad, hoy preso en una cárcel de Estados Unidos.
En México, a diferencia de otros países, no hay registro de juicios contra expresidentes en la historia moderna. Sin embargo, las acciones de Genaro García Luna, el funcionario de más alto perfil del gabinete de Felipe Calderón y autor intelectual de la guerra contra el narco, que disparó los homicidios en el país a niveles nunca vistos, generaron más de 300 mil personas desplazadas y miles de desaparecidos, además de pulverizar las células delincuenciales. Por lo tanto, debe ser castigado.
Calderón es responsable de lo sucedido porque él era el presidente de México y mantuvo a García Luna durante los seis años de su gobierno, a sabiendas de que era un tipo oscuro y peligroso. Muchas figuras de peso le advirtieron sobre las actividades ilícitas de su funcionario favorito, pero decidió ignorarlas. Entre esas personas se encuentra la exembajadora de Estados Unidos en México, Roberta Jacobson, quien en una entrevista con Proceso en 2022 declaró que había advertido al gobierno de Calderón sobre los nexos de García Luna con el narcotráfico, principalmente con el cártel de Sinaloa y su líder, Joaquín “El Chapo” Guzmán.
El presidente francés, Nicolás Sarkozy, en la publicación de sus memorias titulada Los años de las luchas, narra en uno de sus pasajes la relación bilateral que tuvo con México en el sexenio de Calderón. En ese libro, hace referencias contundentes a la influencia y poder de García Luna, afirmando que las decisiones de Calderón dependían en gran medida de lo que García Luna opinara. “La relación de fuerza entre ambos hombres estaba invertida: era el ministro quien dictaba su voluntad al presidente y no al revés”. Lo anterior se refiere al desencuentro diplomático entre México y Francia por el caso Florence Cassez, el montaje épico de García Luna.
A pesar de toda esta evidencia, al día de hoy Calderón afirma haber desconocido ese aspecto de su secretario de Seguridad. Incluso sostiene que hubo algunas acusaciones en su contra, pero que nunca se presentó evidencia contundente al respecto. Con gran cinismo, el expresidente Calderón señala que el enemigo es el narcotráfico y que es ahí donde debemos enfocarnos…muy conveniente.
Felipe Calderón debe responder por sus actos; él contrató a García Luna conociendo su polémico pasado y su estilo cuestionado de trabajo. Lo mantuvo firme y poderoso durante seis años, a pesar de los hechos probados y juzgados de su actividad criminal de apoyo al narcotráfico. Muchas voces piden que Felipe Calderón pida disculpas, pero eso no resuelve los 18 años de violencia que llevamos por sus decisiones y por tener a García Luna al frente de la seguridad en México.
El Juez Logan lo dejó muy claro en su discurso el día que emitió la sentencia a García Luna: dijo que llevaba una doble vida, por un lado, la historia del gran policía y, por el otro, que tuvo la misma conducta que El Chapo Guzmán. Lo más contundente de su discurso fue señalar la traición del entonces funcionario al pueblo de México, la traición a la patria.
Por ese hecho, se debería llamar a Calderón a cuentas. El Senado estadounidense tiene facultades para encausar a funcionarios públicos, es decir, enjuiciarlos públicamente con sanciones vinculatorias. En México eso no existe; sin embargo, sería muy interesante que, por iniciativa del Senado Mexicano, se le llamara a rendir declaración pública sobre el penoso caso de su funcionario y sus actividades criminales, de las cuales, ante su silencio, el expresidente es cómplice y debe dar la cara ante la nación.
Posdata: un tuit no es suficiente.