La entrega de boletas de calificaciones a los padres de familia y tutores (tutores legales, no “encargaturas”) es todo un acontecimiento, un encuentro entre dos de los principales actores del hecho educativo: papás y maestros.
En este sistema educativo mexicano, obsoleto y tendencioso, por cierto, la entrega de resultados se hace al final de cada trimestre, toda vez que los docentes mexicanos han considerado conjuntar todos los criterios a evaluar.
Para el magisterio, significa decirle a los padres, con números fehacientes, el resumen de la conducta integral de su criatura; también es comunicarles las áreas de fortalezas, así como las de debilidades, éstas, sobre todo. Es informar de frente el cúmulo de trabajo de un grupo de trabajadores de la educación que “se la rifan” a diario para reforzar los hábitos y valores adquiridos en casa, así como también demostrarles lo hábil que es su vástago en ciencias y en diferentes estadios del conocimiento, muy a pesar de los pocos apoyos que les ofrecen los que se dedican a la administración gubernamental en los tres niveles de gobierno. ¿En los tres niveles? Así es, en efecto.
Hasta la fecha no hemos observado intención alguna encaminada a una política pública tendiente a mejorar el nivel educativo de la niñez y juventud mexicana. Como que los gobiernos aplican la premisa: “entre menos sepan, menos reclaman”. Saben perfectamente bien que habrá que aplicar más recursos que los que se aplican hasta hoy. Hoy por hoy, la excelencia en la educación en México es solo un sueño.
Ahora bien, el 27 del presente mes casi todos los planteles tienen programada la entrega de los resultados trimestrales, incluso las preparatorias oficiales también. ¿Qué se observará, como siempre? Que un gran sector de padres de familia llegará con una súper urgencia para recibir el documento oficial de resultados, y casi corriendo, saldrán de la escuela. Las estadísticas nos dicen que son un 30% los que se enmarcan dentro de estos datos. El resto de ellos escucha con atención las indicaciones del maestro de planta y firman sin argumentar la recepción de ese valioso papel. Se tienen datos duros que indican que el 70% del grupo acude a recoger esta papelería. ¿El resto? No tienen tiempo.
Del mismo modo, ¿cuántos papás solicitan una entrevista con el maestro responsable de grupo para solicitar informes de avance y/o conducta en general? El resultado ES CERO. Ningún padre o tutor acuden a las instituciones educativas oficiales en tiempos intermedios. Si el maestro no los cita (que le ruegan a El Creador que no lo haga), no van a la escuela. Así de duro es el dato informativo; si me equivoco, “refresquenme la memoria”.
Los maestros sienten muy poco el apoyo de los progenitores de sus educandos; los papás están muy enfrascados en sus labores cotidianas que, sus hijos, hasta pareciera que son el segundo término cuando debieran de ser el primero.
Las calificaciones representan la primera de tres partes de evaluaciones del ciclo escolar; en ellas van las aptitudes y actitudes de los estudiantes. Contienen también una visión de futuro a corto y mediano plazo; esto se acentúa en tercer grado de secundaria y en sexto de primaria. Hay que poner mucha atención en sus evaluaciones, se pueden hacer muchas cosas positivas de apoyo para remediar insuficiencias o áreas de oportunidad. El trabajo diario nos da parámetros para opinar así. Ojalá y las paterfamilias apoyaran más a los maestros y que éstos vuelvan a ser los verdaderos rectores de la educación, algo así como en las últimas décadas del siglo XX.
La verdad como es, de tenía que decir y se dijo. Hasta la próxima.