Opinión

La cronometría, Primera parte

Sección Editorial

  • Por: Guillermo Fárber
  • 11 Julio 2024, 02:21

La cronometría es la disciplina que se ocupa de la medida exacta del tiempo, midiéndolo por periodos o divisiones.

En la segunda mitad del XX, a la vista de los avances realizados en este campo, entró en relación con la cronología que se refiere a la definición de una norma de tiempo.

La cronometría se basa en la regularidad de determinados fenómenos y en las matemáticas.

Comparando las indicaciones de un reloj con un sistema de referencia en un intervalo de un día, obtenemos un “caminar durante el día” expresado en segundos. Si el reloj avanza, su progreso es positivo; si el reloj se retrasa, su progreso es negativo. Si el reloj es perfecto, la diferencia es exactamente 24 horas y se dice que su velocidad es cero.

El sistema de referencia está tradicionalmente constituido por una observación astronómica que pretende determinar el tiempo.
Debemos un trabajo de cronometría sobre todos los defectos que dificultan el funcionamiento preciso de los relojes. Esto incluye:

* investigación sobre isocronismo;
* mejoras en los dispositivos de escape en relojería;
* investigación sobre la fricción en micromecánica;
* investigación sobre el entorno magnético, atmosférico y térmico de los relojes;
* investigación en electricidad, física atómica y óptica;
* investigación sobre la metrología del tiempo.

La cronometría es un enfoque teórico para medir el tiempo. Por su gran interés por los instrumentos de medida, a menudo está vinculado a la tecnología.

Observando fenómenos terrestres periódicos, como las salidas y las puestas de sol, el hombre adquirió, después intentó definir, la noción de tiempo. Este enfoque llevará a la definición de unidades de tiempo; es decir, horas, minutos y segundos. A partir de estas ideas, el hombre intentará diseñar herramientas capaces de medir el tiempo.

La sombra proyectada por un palo pegado al suelo cambia de la mañana al anochecer y cuando esta sombra es más corta es mediodía. Entonces se dice que el sol pasa a su meridiano, del latín, meri-die, medio del día. Este sencillo experimento da como resultado la creación de un gnomon que permite contar los intervalos de tiempo y que está muy cerca del reloj de sol. 

Esta técnica tiene defectos: el camino y la velocidad de la sombra varían según las estaciones y por la noche es imposible saber la hora. Sólo los pasos del sol al mediodía pueden indicar con precisión la duración de un verdadero día solar.

Para superar estos defectos, se han desarrollado herramientas que pueden funcionar día y noche; ya no miden fenómenos periódicos naturales sino fenómenos periódicos mecánicos. Es el caso de las clepsidras, los relojes de arena o los relojes de fuego. Éstos alcanzan una precisión de aproximadamente una hora al día.

Entre los siglos X y XVI, mecánicos de todo el mundo se dedicaron a diseñar aparatos que, utilizando pesos o muelles, ofrecían la posibilidad de indicar la hora y dieron lugar a los primeros relojes astronómicos.

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